Veo que te acercas y te plantas frente a mí esperando que te pregunte qué quieres.
Te observo de arriba abajo y te sientes aludida por mi descaro y desfachatez.
Qué hago mirando directamente tus muslos ceñidos por mallas de colores extravagantes.
Qué hago mirando directamente el contorno de tus pechos marcado en tu jersey de cuello alto.
Qué hago mirando directamente tus labios carnosos.
Te equivocas, como siempre.
Mi intención no es sexualizarte sino fijarme en tus piernas para adivinar si son robustas y te sostendrán cuando te dé la noticia, fijarme en tu pecho para adivinar si tienes buenos pulmones para gritarme cuando llenes tu cabeza de insultos, fijarme en tu boca para lograr vislumbrar la saliva que puede contener antes de que me escupas.
Y es que no sé cómo vas a reaccionar cuando te diga que ya no te quiero.