¿Alguien?

En un mundo de mediocridad, de consumo rápido de lo banal, de encumbramiento de personas que engañan a los demás, de triunfo de los ciclos de destrucción, de mayorías marionetas de lo absurdo, del poder de lo intrascendente, de lo aparente, de lo zafio y del mal gusto, algunas personas, que lo único que tienen es su autenticidad, se desesperan (entre ellas me incluyo) en luchar por cambiar el Sistema Erróneo.
Y en el mundo del Arte, con personas hipersensibles, estas equivocaciones del sistema establecido, se hacen notar más contundentemente.
Es por ello que me entristece ver a grandes artistas, en todas las modalidades, que sufren porque su Luz no es contemplada en toda su magnitud.
Entre lo vertiginoso del momento actual, la pureza de algunos espíritus (no soy religioso), me hace establecerme, cada vez más, en unos cimientos internos mentales inamovibles que me alejan de la desesperanza.

Ella es Pepper Solana. Ella pregunta. Y yo pregunto con ella, porque hay que clamar por la cordura en un mundo de locura:

«¿Hay alguien ahí fuera que todavía se preocupe por la música, por el arte, por lo que la gente tiene que ofrecer como artista?
Me mudé a los Estados Unidos, para seguir desarrollando, mi carrera hace 6 años.
Llevo cantando 20 años en total, algo así como 20 años. ¡20 años¡ ¡20 años!
Me he mudado hace 6 años y todo lo que he escuchado es que estoy demasiado gorda, que soy demasiado mayor y estoy pasada de moda, que no tengo suficientes seguidores en las redes sociales, que mis vídeos no se ven lo suficiente, o que no me veo lo suficientemente linda, así que me pregunto si hay alguien por ahí que todavía se preocupe por el Arte.
¿Hay un lugar para los artistas que todavía se preocupen por su arte, por su música para todos nosotros?
Quiero estar encerrada en una habitación y crear algo bonito para luego enseñárselo al mundo en vez de enseñar todo el proceso o tener que mostrar mi cara sólo para enseñarte cómo grabo algo, porque lo único que te importa es cómo me veo o cómo puedes copiar lo que estoy haciendo.
Simplemente no lo entiendo.
¿Hay alguien por ahí que siga siendo auténtico… alguien?»

Queralt Lahoz

Ayer, día 18 de febrero, acudí al penúltimo concierto final de Gira Pureza de Queralt Lahoz en Madrid (el último será el próximo día 25 de febrero en Barcelona).
Queralt es una cantante y compositora realmente espectacular. Pero ante todo es una Artista Total. Desde el flamenco a la salsa, pasando por el rap, el reguetón o los boleros, Queralt se mueve en todos los géneros musicales con suprema maestría. Acompañada por una banda de musicazos y con colaboraciones especiales de otros grandes artistas, debo confesar que me hizo sentir sensaciones que iban del lloro a la risa, desde el escalofrío de placer al movimiento continuo de todo mi cuerpo, en un vaivén continuo de sorpresas sensitivas provocadas por su maestría en el escenario y el virtuosismo vocal impactante.
Creo que todos los artistas queremos que nuestro público sea feliz con lo que hacemos y anoche, Queralt me transportó al Paraíso de la Felicidad. Nunca olvidaré lo que presencié y quiero que esta artistaza sea conocida mundialmente para gozo de todos. Ella se merece lo mejor.
Gracias, Queralt, por tanto Arte.

Los mediocres

La mayoría de los artistas musicales, cantantes o instrumentistas, no son nada originales. Puedes escuchar, durante horas, listas de reproducción en Spotify o Tidal, o las recomendaciones de la radio, y solo unos pocos te llaman la atención.
Voces monótonas, instrumentaciones planas, deformaciones digitales de las voces, letras insulsas.
Miles y miles de músicos pasarán por la historia musical siendo nadie.
A veces creo que hay otros que tienen reconocimiento de las masas que no se merecen pero que triunfan por el lavado de coco que supone el machaqueo continuo de los difusores de cultura. Y claro está, porque tienen dinero, o padrinos poderosos o mucha, pero que mucha suerte por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Y luego están los genios que nunca serán escuchados globalmente, con pocos oyentes mensuales en las plataformas musicales, con nula difusión de su arte en los medios de comunicación, pero que se merecen mi respeto, mi cariño y mi apoyo, y mi esperanza en que triunfarán como se merecen.

Modarchimaldita

Cuando estuve estudiando Ciencias Geológicas en La Rábida (Huelva), en la Universidad de Sevilla (18 a 20 tiernos años), no estuve viviendo en la casa de mis padres, pues compartía una casa con otros estudiantes. En esa época empecé a vestirme con complementos y colores llamativos. En los intervalos vacacionales, en la que volvía a vivir bajo techo paterno, la censura era tal que tenía que volver a vestir de una forma seria y estándar.
Mi padre me llegó a decir que si seguía con mis «mariconadas» me tendría que ir de su casa. Acaté los deseos de mi padre por amor y por respeto. Yo le decía que no era gay (maricón en aquella época) y él me decía que no importaba lo que fuera sino lo que aparentaba.
Cuando me casé tuve un poco más de libertad en el vestir, pero no demasiada porque mi pareja es una persona muy clásica y reservada. Podía poner algún toque de color o de brillo, pero no demasiado.
Yo era «don camisetas» porque siempre me han gustado por su versatilidad y comodidad.
Y en el año 2016 vino la explosión.
Mi padre murió en julio y la depresión y la tristeza me hundieron. Mi hijo, músico, compositor y cantante, me animó a acompañarle en sus primeras actuaciones en jam sessions y performances (en La Juan Gallery) y se me abrió un nuevo mundo para alguien tan melómano como yo.
Y empecé a retomar mi libertad en el vestir. Al principio, mezclando mi vida familiar con la artística, hasta que mi esposa me hizo ver que debería dejar aparcado el personaje Archimaldito cuando estuviera con ella y sus amistades. Lo comprendí y solo me visto así o cuando estoy solo, o cuando voy a actuar (si ella me acompaña me apoyo en su buen gusto para combinación de prendas o colores).
Muchos creen que visto así por destacar o llamar la atención. Pero como le expliqué a mi hijo, en un WhatsApp, recientemente, después de haber ido a una muestra de arte performativa, en la que conocí a su novio:
«Espero no haber sido un pelmazo. Y siento haber ido con mi outfit. Solo me lo quito cuando voy con Mamá o trabajando.
Lo digo porque hay sitios en los que parece que quisiera llamar la atención. Paso de eso. Me siento libre vistiendo a mi manera.»

Esa es la razón principal: Me siento libre. Y mientras pueda conservar ese retazo de libertad personal seré un poquito más feliz.

Critica, critica

La crítica gratuita, destructiva e infructuosa está al orden del día.
Si hubiera hecho caso a todas las personas que han intentado hundirme con comentarios despectivos o, lo que casi es aún peor, con la indiferencia o con la mirada por encima del hombro, no hubiera llegado a lo que soy hoy: una persona feliz.
Al principio eran mis pintas, después mi forma poco ortodoxa de cantar, luego que si la gracia la tenía en el culo o si no era un cantautor pues solo versionaba, y mal, canciones que nadie conocía o, por el contrario, manidas, pero, fuera como fuera,  nunca al gusto de todos.

Hasta que llegó el día de hacer oídos sordos a los comentarios y ojos ciegos a los malos gestos y decidí hacer, literalmente, LO QUE ME DABA LA GANA.

Y así empecé a ser considerado como una figura underground, original, dentro de mi poca originalidad, y sorpresiva. Y Archimaldito empezó a ser echado en cuenta y a ser, como he escrito al principio, feliz.

Pero feliz, no por ver alimentado mi supuesto egocentrismo, sino porque me di cuenta que daba felicidad, aunque fuera a unos pocos.

KITAI

Kitai es, sin duda, una de las mejores bandas de este país. 
Tengo, a mis espaldas, muchos años de escuchar música en la radio, en discos de vinilo, en cintas abiertas y en cintas de cassette, en CD y en formatos digitales, y de ver y escuchar, en directo, a much@s artistas, algun@s de ellos grandes iconos de la cultura universal.
Mis gustos, subjetivos, mandan en mis consideraciones estéticas, pero no siempre juegan un papel importante en mis elecciones, sino los contenidos, los objetivos subliminales de las obras, y esos nanosegundos de felicidad absoluta que, a veces, acaban estallando en un clímax emocional profundo que pueden llegar a prolongarse horas, días, incluso una vida entera.
Puedo contar, con los dedos de mi cuerpo, los artistas que logran llevarme a ese estado. No los voy a nombrar aquí, para no herir susceptibilidades de los que no estén en ese grupo de nominados. Solo puedo decir que Kitai son unos de ellos.
Está cercana la fecha del lanzamiento de su nuevo proyecto y creo que, cuando lo asimile en mi conciencia, me daré cuenta de que no me desdiré de nada de lo que he escrito anteriormente.

Kitai

3 de noviembre de 2017.

Así comenzó el primer concierto de la Gira Pirómanos de @kitai_oficial .

Fecha histórica para todos los fans.

Algunos saben que me estrené en Instagram para rendir homenaje a esta banda de rock, creando una cuenta llamada @archifandekitai , porque lo que presencié aquel memorable 3 de noviembre marcó parte de mi historia reciente, por todo lo que supuso de confirmación de lo que había estado vaticinando en años anteriores y lo que el devenir de mi relación con ellos me ha fraguado interiormente.

Aquel 3 de noviembre de hace 4 años Kitai entró a formar parte mi historia personal y artística.

¡A por muchos años más, hermanitos!

Con todo mi cariño para Alex @chicorot0, Deiv @deivhook , Edu @eduventuro
y Fab @fabioyanes.

Puedes ver el vídeo completo en mi canal de YouTube Archifan de Kitai, creado también exclusivamente para ellos.

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1 de enero

Tengo siempre una sensación extraña al comenzar un nuevo año. La inercia del año anterior no me hace sentir la frontera temporal entre uno y otro. Me planteo un nuevo año no cuando lo dice el calendario sino mi propio aniversario de vida.
No me planteo nuevos proyectos sino que los dejo fluir, siendo fiel a mi espíritu de improvisación.
Sintiendo felicidad si salen bien pero no agobiándome ni negativizándome si salen mal o no salen como yo hubiera querido.
Dejar fluir todo, sin forzar ni mi cuerpo ni mi mente para no malgastar energías que necesitaré para lo próximo que venga.
Pero aún así, necesito unos días de reestructuración interna para seguir adelante.
«Año nuevo vida nueva» no suele ir conmigo. Todo se dará, todo llegará, y si no, me reiré y reiré, para no perder la buena costumbre.
                               1 de enero de 2021.
                   Jesús Fernández de Zayas
                                         «Archimaldito»

Moonwalk

Ésta es una primera edición en español de la autobiografía de Michael Jackson, Moonwalk, publicada en 1988. Recuerdo haberla leído con avidez porque, después de mi familia, Michael era una de las personas más importantes en mi vida. Recuerdo que se publicó después de la gira Bad, a la que también pude acudir en su concierto español en el estadio de fútbol Vicente Calderón.

Este fin de semana fui a casa de mis padres, y allí estaba, en un estante de libros de mi hermano Gerardo, y volví a tocar sus páginas y leer escritas las palabras de Michael que quedan como constancia de su humanidad. Y sentí mucha añoranza. De mis padres y hermanos, de Michael, de mis adolescencia y juventud.

Recordé mis momentos álgidos de jacksonmaniaco, la música que escuchaba, que se centralizaba en torno a él (hasta que conocí a Prince), mis momentos bajos (que él curaba con su música) y toda la gente que he conocido que fuera fan de Michael.

Recuerdo mi emoción al poder colaborar, por primera vez, con mi timidez innata, en lo mínimo que pudiera y me dejaran, en su organización en España de Heal The World For Children, para poder poner mi granito de arena en su misión humanitaria en el mundo.

Todo lo que hago actualmente como artista, o proyecto de artista, tiene algún guiño a Michael (en mi vestimenta, por ejemplo, como sombreros, o guantes de lentejuelas, o gafas de sol, o en mi forma de bailar, etc).

Recuerdo uno de los momentos tristes de mi vida, su muerte, y la depresión que me dio (hasta hace poco no lo he asumido) y los mensajes de condolencia que me enviaron algunos amigos, como si se hubiera muerto alguien de mi familia, porque así consideraban esas personas que era, por lo imbricada que estaba mi vida con la suya (aunque él no lo hubiera sabido nunca).

Ahora no escucho su música, obviamente, tanto como antes, porque siento tristeza. Pero sigo al tanto de todo lo que ha acontecido desde que no está entre nosotros, aunque ya no estoy interesado en su familia, ni en sus discos póstumos, ni en los documentales que siguen intentando denigrar su persona y su legado, ni en los cotilleos.

Solo respeto todo lo que hizo en vida. Como este libro.

Rompecabezas

Mis pulmones funcionan a pleno rendimiento y mi corazón percute con latidos acompasados pero que se vuelven frenéticos cuando mis pensamientos, sentimientos y hechos claman libertad.

Tengo razones para pensar que aún no soy libre y que los embaucadores digitales están aprisionando mi intelecto mientras intentan llevarme por los derroteros del colectivo alienado.

Hay demasiadas señales de desasosiego que me alarman sobre los próximos precipicios. Pero es tan larga la lista de las cosas que tengo que cumplir para mi propia supervivencia que me desentiendo de ellos. Y cuando estoy estable, vuelo, en sueños, o en otras realidades, como la que me hace creer que puedo ser artista o que puedo aportar algo al ingenio humano.

Mientras que llegan las respuestas, grito.

Mientras que llegan las respuestas, respiro controlando el final de otro ciclo, el de la madurez.

Mientras que me hago más preguntas, suavizo los altibajos emocionales con los intentos de resolver el rompecabezas en el que me estoy convirtiendo.