El temor de quererte.
El honor de quererte.
El calor de quererte.
El sabor de quererte.
El error de quererte.
El horror de quererte.
El temor de quererte.
El honor de quererte.
El calor de quererte.
El sabor de quererte.
El error de quererte.
El horror de quererte.
Pronto, loco, pronto.
No desesperes.
Loco, pronto, pero poco.
No te excedas ni antecedas.
No me desampares,
no me abandones
pues estoy contigo
en éste, éstas y aquéllas.
Pronto, falta poco,
juntos,
mutuos,
míos,
tuyos,
todo.
Pero siempre poco.
Y demasiado pronto
¿Qué esperas de mí?
¿Qué no esperas de mí?
¿Qué quieres que te dé?
¿Qué pretendes recibir sin ofrecer?
¿Amor, dolor, sopor, temor, amor,
amor, amor, amor?
¿O no?
No.
Será que no.
La espera se te hará larga.
Disfruta de lo que no vas a conseguir.
De mí.
Sin mí.
He querido admirarte
y no me has dejado.
He querido vivirte
y me dijiste que era pecado.
No me digas entonces que vuelva.
No me dirijas palabra,
ni cometas actos de los que pueda arrepentirme.
No me inmiscuyas en tus planes de futuro.
Sé todo para los demás,
y para mí no seas nada.
Serás más feliz.
Seré más feliz, pecando.
Tengo una vida.
Una vida de vidas.
Vidas debidas
a las vidas vivas
de otras vidas
que me mantienen con vida
en esta muerte eterna que vivo.
(Fotografía: © Luis Leo Photos)
Tengo los labios secos de no besar tus labios.
Tengo los latidos inquietos por no tenerte a mi lado.
Se me hace raro mirarte y no encontrarte.
Es extraño abrazarte y no sentirte.
Una pesadilla no alcanzarte.
Un suplicio no vivirte.
No serte.
No.
No.
Tantos no. Y para ti no tantos.
Tengo los ojos secos por haber llorado tanto. Nunca demasiado.
Y el terror más profundo, a que se seque también mi corazón,
por no haberte tenido dentro.
A que mi alma huya, a ser otra vez nada.
Otra vez, hasta que tú quieras.
Otra vez, y otra y otra.
Hasta que asuma mi derrota.
Calla.
No hagas de esto una batalla.
No sigas metiendo cizaña.
Calma.
Pues está contigo mi alma.
Y si no hablas, escuchas.
Mis latidos, no tus quejidos.
Que sabré escuchar tus necesidades.
Y así olvidarás mis nimiedades.
Que sabrás sentirme en tus silencios.
Que los míos serán tuyos, a gritos.
Calla, no hagas que me sienta un canalla.
Calma, que está contigo mi alma.
Corre, alma mía,
cuando la veas.
Vuela noche y día
y no te detengas.
Y cuando estés en sus brazos
mírala sin recato.
Y cuando te unas a ella
llora para no separarte.
Porque así serás más grande,
pues su alma no es solo suya,
sino unida a ti es amante,
y al fundiros los años son un instante,
y deseas los siglos
para ser una con ella de aquí en adelante.
Estoy sin habla, estoy sin respiración, tú estás junto a mí, te veo junto a mí, y casi no puedo creer ser tan dichoso. Tu pelo es mío, tu pecho es mío, tu vida es mía. Y yo soy tuyo, mis ojos son tuyos, mis manos tuyas, mi temblor tuyo, mi vida es tuya. Respirarte sin pensar en que se acabará mi aire. ¡No importa! Tendré el tuyo. Acariciarte sin pensar en que terminará mi ternura. ¡No importa! Yo soy tu piel. Besarte sin pensar en que mi saliva se secará. ¡Tonto soy! ¿No siento que tu río fluye a través de mí? Solo cuando me tocas sé que existo, sé que veo, sé que siento, sé que soy.![]()
Pásame la receta de tu amor,
que con su sabrosura estoy entusiasmado.
Explícame tus trucos,
que con tus salsas quiero hacer un mano a mano.
Déjame que pruebe cómo me cocinas.
Pídeme poner al fuego
un minuto de mi tiempo.
Enciende mi horno.
Y prueba, con tu cucharita,
si estoy en mi punto…
… para comerte.
Me gustas por bella,
me gustas por suave,
me gustas por buena,
me gustas por madre.
Me gustas en cien y mil formas,
me gustas y nunca de ti tengo bastante,
me gustas porque me asombras,
y siempre de ti tengo hambre.