He querido admirarte
y no me has dejado.
He querido vivirte
y me dijiste que era pecado.
No me digas entonces que vuelva.
No me dirijas palabra,
ni cometas actos de los que pueda arrepentirme.
No me inmiscuyas en tus planes de futuro.
Sé todo para los demás,
y para mí no seas nada.
Serás más feliz.
Seré más feliz, pecando.