Demencia

Ya ha empezado la desmemoria global.

Ya se están empezando a olvidar de los muertos por el Virus Covid-19.

Ya se están empezando a olvidar del hundimiento de la economía y de la sociedad.

Vuelven los egoístas para intentar rememorar y volver a aplicar las costumbres y vicios y modas de la Era Pre-Covid, queriendo disimularlas con un falso e hipócrita lavado de cara, creyendo que por llamarlas Nueva Normalidad han acabado con la Vieja o Antigua Normalidad.

Vuelve el mirarse el propio ombligo y no preocuparse por los demás. Vuelve la destrucción del Planeta Tierra, que se había paralizado, momentáneamente, durante el momento más álgido del Confinamiento.

Vuelve el trabajar sin solidaridad por los demás.

Vuelven los gobiernos a estar bajo el yugo de las grandes multinacionales y de los bancos, porque las vidas no importan, solo los beneficios.

Vuelven las farmacéuticas, las industrias energéticas, los partidos políticos, a sacar tajada de las crisis.

Vuelve mi desesperanza en la especie humana. Vuelve mi deseo de exterminio para la Humanidad.

Quizás la próxima vez aprendan. Pero será demasiado tarde.

La realidad eterna

La realidad insana la barbarie apocalíptica la sinrazón metódica el jolgorio de la desesperanza el embrutecimiento de la carcajada la tachadura del prejuicio la sensación inerte el oscurantismo más brillante el tremendismo desasosegante la mentira triunfadora la contundencia de lo gris el materialismo abrasador el péndulo que no oscila y la prisión.

La prisión eterna.

old-melbourne-goal-1200806

Sin futuro

El último hombre, meditabundo, chapoteó sobre el barro mezclado con ceniza y miró al cielo, dejando que las gotas de lluvia se mezclaran con sus lágrimas.

El último hombre acababa de ser testigo de la muerte del penúltimo hombre, y se sintió desolado, porque supo la responsabilidad que recaía sobre sus espaldas, a partir del mismo momento en que escuchó la última exhalación de su compañero: Debía reconstruir todo un planeta, solo, en los futuros días de penumbra, en las próximas oscuras y frías noches, sin ayuda, teniendo que dejarse acompañar por sus pensamientos de desesperación.

Y mientras cubría, a paso ligero, la distancia que lo separaba del campamento base, maldijo el día en que aceptó ser parte de una misión suicida, sabiendo que nunca volvería a su hogar, que estaba a demasiada distancia, porque no le quedaban recursos de supervivencia, porque cuando el comandante murió entre sus brazos se había esfumado su última oportunidad de hacerlo.

Emitiría el último mensaje por luz y esta vez sería un S.O.S. O más que un grito de socorro sería una proclamación de que se rendía. Y con él se rendiría la especie humana. Y mientras hundía sus botas en el barro pensó que no se merecían ninguna oportunidad. Ni en este ni en otro mundo.

Los relámpagos rojos le obligaron a forzar, aún más, el paso. Hasta que cayó de bruces, y no se levantó. Nunca se levantó. Y nunca nadie sabría que él había sido el último hombre. Porque ya no había más hombres para saberlo.

Y a poca distancia, el rayo lumínico lanzó un mensaje vacío. De un mundo vacío. Inerte. Sin futuro.

 

rayo rojo

 

 

No hago poesía

Pronto, loco, pronto.

No desesperes.

Loco, pronto, pero poco.

No te excedas ni antecedas.

No me desampares,

no me abandones

pues estoy contigo

en éste, éstas y aquéllas.

Pronto, falta poco,

juntos,

mutuos,

míos,

tuyos,

todo.

Pero siempre poco.

Y demasiado pronto

 

 

¿Qué esperas de mí?

¿Qué no esperas de mí?

¿Qué quieres que te dé?

¿Qué pretendes recibir sin ofrecer?

¿Amor, dolor, sopor, temor, amor,

amor, amor, amor?

¿O no?

No.

Será que no.

La espera se te hará larga.

Disfruta de lo que no vas a conseguir.

De mí.

Sin mí.

 petal-1559143

Rectitud

 

Era cuadriculado, disciplinado, recto y pausado, y el punto vigía más alto de su alma le advertía que debía vivir la vida con osadía, con pasión, día a día, antes de que el infinito de su desesperanza se mezclara con el límite de su apatía.

 

puente de brooklyn

(Fotografía: © LuisLeo Photos)

Alguien y nadie

A veces, alguien se sorprende de seguir siendo alguien, de contar los segundos para ser nadie.

 El mundo sigue siendo esa desesperanza casual que ilumina nuestros actos y, sin embargo, el desánimo corrompe las expectativas del esperanzado.

   A menudo, muy a menudo, eres alguien siendo nada.

   Si eres capaz de permanecer impertérrito ante la mirada extraña, estás pleno de personalidad inquebrantable, pues son siempre los rostros ajenos los que causan desdicha al culpable de pusilanimidad.

   Y, sin embargo, éste es el ciclo de la sandez, éste es el ciclo de la sordidez.

Alguien y nadie

Involución

   El palpitar por ella. Sabiendo que jamás sería correspondida. 
   Desesperanza. Toda la que su corazón de polímeros permitía. Toda la penumbra que su cerebro asimóvico asimilaba. 
   Sufría las consecuencias de amar, en la distancia, sólo material, a aquella hermosa humana. Una de sus madres.
   Androide, hembra, y lesbiana. Tres factores que sus creadores nunca quisieron conjugar. 
   Algún día la desconectarían y el secreto de aquel amor se tornaría perenne, inaprovechable, involucionador.

????????????????????????????????????????????????????????