Sobrevivo en una sociedad que intenta imponerme normas que no acepto. Me adapto rápidamente a las personas y a sus creencias y sueños.
Trabajo, desde antes que salga el sol hasta después de que se ponga, realizando labores que no me hacen feliz, salvo en puntuales momentos de autorrealización.
No hay ningún sistema político, religioso o económico que me satisfaga, y aquí estoy, dejándome llevar por ellos hasta que pueda cambiarlos, haciendo que mi mente y mi corazón se centren en el aprendizaje y creación de nuevos modos de evolución hacia un mundo mejor.
El 31 de julio de 2024 descubrí a Tiny Tim. Desde entonces, estoy obsesionado con esta figura musical y performativa, al nivel que siempre me obsesionaron Michael Jackson, Marlon Brando, Prince, Adolf Hitler, Andy Kaufman o Stromae. Mi esposa sabe de mis obsesiones y tiene que sufrirlas. Soy la pesadez humanizada en esa faceta de mi personalidad y eso, a veces, harta a los demás. Debido a ello, en las relaciones sociales, suelo ser un individuo callado, tímido e introvertido. Nada que ver con mi alter ego, Archimaldito.
Hoy es 1 de junio de 2024. Hoy abandono, definitivamente, las redes sociales, las que son consideradas como tal, y en las que seguía participando activamente hasta ahora (hace algunos años desactivé mi cuenta Twitter, que llegó a tener 5000 seguidores). O sea, no publicaré más ni en LinkedIn ni en TikTok ni en Instagram. Esta ha sido una decisión tomada acorde con la intención de realizar en mi vida actos coherentes, tal como he estado haciendo a lo largo de estos últimos años, en la misma línea de mis decisiones de hacerme vegano o de dejar de ingerir bebidas con contenido alcohólico. Pienso, y creo, que una persona que está contra el Sistema, como yo, no puede caer más en las redes del Sistema. Ya tengo bastante con tener la desgracia de haber caído en el Capitalismo y el Consumismo, que hace que solo tenga en mi vida el objetivo de trabajar para el interminable engranaje del sistema económico y social en el que estamos inmersos, claudicando ante hipotecas, seguros, bancos y otras insondables trampas con las que los poderes anulan parte de nuestra armonía. Y considero que las redes sociales son otro instrumento más que conforma la trampa de la que he hablado anteriormente. No borraré los contenidos, publicados hasta ahora, porque son testigos de mi candidez, como no puedo borrar el haber comido carne durante cincuenta años, pero no aportaré más contenidos voluntariamente, para no caer en el bucle infinito del autoengaño. Los que quieren seguir en contacto conmigo, ya saben cómo hacerlo. Seguiré publicando contenidos escritos en mi blog (archimaldito.com), y videográficos en YouTube (Archimalditosolohayuno y Archimalditopresenta). Gracias por su atención durante todos estos años. Deseo estén siempre con Salud y Amor.
¿Por qué no damos opiniones sinceras sobre muchos temas? Siempre se dice aquello de «en público no hables ni de religión ni de política ni de fútbol». Yo añado que ni de sexo ni de alimentación. Pero bueno, nos autocensuramos para no caer en el bucle infinito de la controversia, la polémica, la discusión. Para no ser señalados a nuestro paso por las conciencias cobardes que prefieren el conformismo. Para que nuestras ideas, sobre cualquier tema, no influyan en nuestro trabajo, en nuestras relaciones sociales cotidianas. ¡Y así nos va! Tenemos que esperar cuatro años (oficialmente, en España) para dar a conocer nuestra opinión y de tratar de imponerla a los demás con el rito del voto en unas elecciones políticas. ¿Y si ninguna opción te representa? ¿Te quedas callado y aguantas los embates del borreguismo humano? Yo me niego. Me niego a censurarme y a que me censuren. Aunque me encerraran en una cárcel, aislado a cien kilómetros bajo tierra, y tiraran la llave, amordazado y sin luz ni agua ni alimentos, mi mente seguiría siendo libre, y mi conciencia, y pensaría en mi derecho a ser auténtico conmigo mismo, a no traicionarme ni anularme. Por eso no quiero callar ni de palabra ni de acto. Soy libre.
Creo que usted me desprecia como artista y, si no es así, por lo menos sé que usted se burla de mi arte. Pero ya sabe, todo es subjetivo. Desde que le conozco, me ha dado usted muestras gestuales y verbales de lo dicho anteriormente. No pretendo que acepte que yo soy un artista, pero sé que doy felicidad a algunas personas con lo que hago. Solo pretendo eso. Nada más. Tengo ya una edad en la que el egocentrismo lo dejé atrás, aunque pueda parecer, por mis vestimentas y excentricidad de carácter, lo contrario. Cada vez que usted se ha burlado de mí, he sacado más fuerzas para seguir haciendo lo que hago con pasión. La pasión, el amor por el arte, y la felicidad del prójimo es lo que me mueve. Aunque a usted le pese, existo, y seguiré subiéndome a un escenario allá donde me permitan hacerlo, para expandir positivismo allá donde voy. Nunca he tenido ocasión de manifestarle todo esto en persona, pues siempre le he considerado una persona poco accesible. Como soy escritor, aprovecho este medio, el de la escritura, para manifestarle mi pesar por su trato hacia mí. Pero bueno, yo seguiré respetándole aunque usted no me respete. Cuídese mucho y sea feliz. Y no se preocupe, que no le molestaré más. Haré, cuando me encuentre con usted (que estoy seguro que ocurrirá muchas veces) como si no existiera. Quizás sea ese el peor castigo para un odiador como usted: la indiferencia.
Reciba un cordial saludo, de este, su humilde odiado,
Te han estado preparando desde hace tiempo, introduciendo en tu vida recursos e instrumentos de entretenimiento para que te hagas adicto a su presencia subliminal. Luego llegaron las Redes Sociales y todas las Aplicaciones para teléfonos inteligentes y ordenadores para que, con su utilización, te creyeras que tú, que tienes poco tiempo para explotar tu creatividad, podrías crear con su ayuda, contenidos que te hicieran visible y gustable por parte de los demás usuarios de este nuevo opio del pueblo. Pero cuando ya te has dado cuenta de que es algo más que utilizar filtros para vídeos y fotografías, algo más que recrear los cuerpos, los rostros y las voces de seres humanos, con las consiguientes asombros y risas (y temas de conversación en tu vida tan insulsa y vacía de contenido real, por preferir hacer vaguear a tu cerebro), es demasiado tarde. La industria del entretenimiento ha difundido estas prácticas hasta el hartazgo y se ha dado cuenta que es un recurso que se ha convertido en un arma de doble filo que está a punto de cortarle elgaznate.
John Connor, hijo de Sarah Connor, es el líder de la Resistencia Humana (Tech-Com) durante la guerra contra las máquinas controladas por Skynet en la película Terminator.
No pretendo ser Sarah Connor ni, menos aún, su hijo, pero creo que es necesaria una resistencia contra las máquinas impersonificadas por la IA. No lo digo en forma de destrucción ni sabotajes sino con el boicot a sus productos y subproductos. Los contenidos del futuro deberán llevar una etiqueta, visible o invisible pero rastreable, de que han sido realizados por humanos, para que sean valorados, en su justa medida de trabajo, sacrificio y esperanzas, y se deseche la opción de los Artificiales. Es una idea que «pongo encima de la mesa», para que otros la apoyen y la llevemos a cabo.
En un mundo de mediocridad, de consumo rápido de lo banal, de encumbramiento de personas que engañan a los demás, de triunfo de los ciclos de destrucción, de mayorías marionetas de lo absurdo, del poder de lo intrascendente, de lo aparente, de lo zafio y del mal gusto, algunas personas, que lo único que tienen es su autenticidad, se desesperan (entre ellas me incluyo) en luchar por cambiar el Sistema Erróneo. Y en el mundo del Arte, con personas hipersensibles, estas equivocaciones del sistema establecido, se hacen notar más contundentemente. Es por ello que me entristece ver a grandes artistas, en todas las modalidades, que sufren porque su Luz no es contemplada en toda su magnitud. Entre lo vertiginoso del momento actual, la pureza de algunos espíritus (no soy religioso), me hace establecerme, cada vez más, en unos cimientos internos mentales inamovibles que me alejan de la desesperanza.
Ella es Pepper Solana. Ella pregunta. Y yo pregunto con ella, porque hay que clamar por la cordura en un mundo de locura:
«¿Hay alguien ahí fuera que todavía se preocupe por la música, por el arte, por lo que la gente tiene que ofrecer como artista? Me mudé a los Estados Unidos, para seguir desarrollando, mi carrera hace 6 años. Llevo cantando 20 años en total, algo así como 20 años. ¡20 años¡ ¡20 años! Me he mudado hace 6 años y todo lo que he escuchado es que estoy demasiado gorda, que soy demasiado mayor y estoy pasada de moda, que no tengo suficientes seguidores en las redes sociales, que mis vídeos no se ven lo suficiente, o que no me veo lo suficientemente linda, así que me pregunto si hay alguien por ahí que todavía se preocupe por el Arte. ¿Hay un lugar para los artistas que todavía se preocupen por su arte, por su música para todos nosotros? Quiero estar encerrada en una habitación y crear algo bonito para luego enseñárselo al mundo en vez de enseñar todo el proceso o tener que mostrar mi cara sólo para enseñarte cómo grabo algo, porque lo único que te importa es cómo me veo o cómo puedes copiar lo que estoy haciendo. Simplemente no lo entiendo. ¿Hay alguien por ahí que siga siendo auténtico… alguien?»
Casi tres años con eventos virtuales en los que son necesarios unos equipamientos mínimos, por parte de los participantes, para que la salud auditiva de los intérpretes y de los técnicos no sufran consecuencias irreversibles, cuando el oído es un instrumento imprescindible sin el cual no existirían ambas profesiones. Casi tres años explicando una y otra vez, de viva voz y de forma infográfica, los requisitos necesarios. En algunos casos, casi tres años viendo las mismas caras en una pantalla sin que esas personas tomen conciencia de que están jugando con nuestra salud. Veinte años siendo técnico de interpretación simultánea sin problemas de audición en los primeros diecinueve, pero la irresponsabilidad de los clientes, de los organizadores, de los ponentes, en los eventos que se realizan, completa o parcialmente, de forma remota, me está empezando a dar problemas en este último año. Me cuido los oídos todo lo que puedo porque, además de técnico, soy cantante, y me protejo de los choques sónicos, de los ambientes con presión sonora excesiva, con tapones filtrantes de frecuencias, escuchando televisión, radio y ordenadores a volumen bajo, descansando después de sesiones laborales intensas y, cuando tengo que estar con auriculares hasta ocho horas al día, con el miedo de que aparezcan los acúfenos, sometiéndome a terapias de silencio leyendo o escribiendo o con el sueño reparador del final del día. Al día siguiente, si tengo que instalar o realizar la asistencia técnica en un evento presencial me queda el consuelo de que soy yo el que controla el sonido para que sea casi perfecto para los asistentes en la sala, para los intérpretes, para mis compañeros y para mí. Pero cuando el evento es al cincuenta por ciento o al cien por cien virtual, tiemblo, me preocupo, porque no sé cómo van a acabar el día las personas que trabajan mano a mano conmigo, y obviamente, lo que es peor, cómo voy a acabar yo cuando sé que la sordera puede estar «a la vuelta de la esquina». Y me desespera ver que personas pudientes son incapaces de comprarse unos auriculares con micrófono decentes, o un simple micrófono de mesa de calidad, o tener una conexión estable, o de no aislarse de ruidos del ambiente en el que están o que provocan ellos mismos como si pensaran que al otro lado de esas voces que escuchan no hay personas como ellos que están realizando su trabajo lo más profesionalmente posible, queriendo, como ellos, llegar a la excelencia. No basta con dar las gracias al final del evento. Tiene que bastar con evitar desgracias antes y durante el mismo. Si yo me quedo sordo, seguro que mi empresa encontrará a otra persona que me sustituya. Y lo mismo pasará con los intérpretes. Pero, aunque soy un superviviente, tienen que saber que destrozarán y acabarán con una parte de mi vida. Y por eso protesto aquí, para que esto no nos ocurra.
¿Por qué dicen amar con el corazón si el corazón no ama, si solo late, bombea, te mantiene con vida gracias a los estallidos eléctricos provenientes de tu cerebro? Y la sangre que te recorre no lleva emociones ni exalta pasiones, solo mancha cuando se derrama.