Un gran amor privado de toda familia. Allí, en la jaula, esperando que alguien se fijara en él y lo adoptara. Para dar amor con cada lametón, con cada ladrido, con cada movimiento de su cola.
Pero siempre elegían a otro, más joven, más pequeño, más amaestrable. Mas no perdía la esperanza. En cualquier momento aparecería una familia privada de todo amor. Su familia.