Formidable

¡Formidable, fooormidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Formidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Oh, bebé!

Yo te encontré

y te vacilé.

No quise molestar,

solo quise ligar

y la cagué ¡joder!

Pero lo voy a arreglar.

¡Eh, verdad!

Me lo voy a currar.

Sé que te insulté.

Pero soy cortés.

Me arrodillaré.

Un pobre diablo como yo,

no quiero ser un rufián.

Me arrepentiré.

¡Vete!

¡Formidable, fooormidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Formidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Oh! Mi amor lo guardé

en mi corazón.

De tu boda pasé

y no te quise ver.

Pero el karma hablará,

y él te dejará.

Y esta vez de verdad.

¿Le hablaste de mí?

¿De cómo te enamoré?

Le dijiste que perdí,

que no lo arreglé.

Y es así, sí o sí.

¡Vuelve ya de una vez!

Él es otra historia más.

Y tu sonrisa de burla veré.

Así es.

¡Formidable, fooormidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Formidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Eh! Perdí.

¡Oh, perdón! Perdió.

Lo vi venir.

Siempre quieres tener la razón.

Tú eres toda emoción.

Yo soy solo pasión.

Soy un ratón, Mamá.

Y ella una gata con rabia

que nunca se sacia,

que se aprovecha de todos,

que cree saber todo

y que no sabe nada de nada.

Y de eso no me extraño.

¡Banda de macacos!

Ella me volverá a besar.

Ella es…

¡Formidable, fooormidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

¡Formidable!

Tú eras formidable, yo era un miserable.

Fuimos formidables.

Letra Versión en Español de canción Formidable, de Stromae,

por Jesús Fernández de Zayas «Archimaldito«

Imagen de Nicolas DEBRAY en Pixabay

Dándole vueltas en la cabeza

Llevo dándole vueltas en la cabeza, pensando profundamente, deshaciendo malentendidos internos, clarificando ideas y hechos.
La muerte de mi padre fue el comienzo de mi vida artística como alguien que se sube a un escenario a evadir sus dolores, sus penas, e intensificar sus alegrías.
Desde el 2016 he agradecido, privada y públicamente, la oportunidad de hacerlo a muchas personas, que me impulsaron y apoyaron en seguir un sueño truncado en mi juventud.
Muchas veces me autorizo a mí mismo a decir que mi hijo Iván, conocido como el artista multidisciplinar Rev Silver, es quien es gracias a mi apoyo y amor.
Él lo ha llegado a admitir alguna que otra vez también.
Pero ahora soy yo el que debe decir, y así lo haré a partir de ahora, que más allá de todos los artistas, presentadores, coordinadores artísticos, etc, la primera persona que me dio el empujón, y el apoyo, para subirme a un escenario, fue mi hijo Iván, Rev Silver, porque si él no me hubiera llevado aquella primera vez, hace nueve años, a una jam session en la sala Honky Tonk, de Madrid, para que saliera, durante unas horas, de la tristeza y la depresión por la muerte de su Abuelo Jesús, nunca hubiera salido a flote aquel artista dormido que habitaba en mí. Y, sobre todo, fue el que me permitió empezar a cantar, haciendo los coros en sus covers de Marc Bolan. Si aquello no hubiera pasado, quizás el artista Archimaldito no hubiera expandido sus alas más allá de la Literatura, su otra gran pasión.
Por eso, quiero darle las gracias por darme la auténtica primera oportunidad de ser yo mismo como artista o proyecto de artista.
Te amo, Rev Silver. Te adoro, Iván.

Fotografía © Adelbrando McPherson

Brizna

Estuvo paseándose por mi cerebro y no le hice caso.
Estuvo mandándome señales de advertencia, incluso de auxilio, y rehuí la responsabilidad.
Y cuando más estaba autoinculpándome como un miserable cobarde, el aviso se mostró claro y contundente.
Volví a tenerla delante y esta vez, la enésima, sí la capté.
Una brizna de percepción. Un pellizco de soportabilidad. Un reflujo de osadía. Un milisegundo de esperanza.

Fotografía © Adelbrando McPherson

Vivo viviendo en mí

Creo tener muchos amigos, aunque casi todos son conocidos, los circunstanciales que ves de ven en cuando.
Me rodean, casi siempre, cientos de personas, y me veo, desde arriba, mirándolos. Las risas, los halagos, los aplausos efímeros, el bienestar pasajero, mientras lo único que escuchas, continua e incesantemente, son los murmullos de tu mente, los latigazos del corazón y el tintineo de tus ansias.
Al principio y al final del camino, físico o imaginado, estoy yo conmigo, buscándome, comprendiéndome, queriéndome.
Los demás, los prójimos, son circunstancias vitales, amparos para el alma, destellos para que no duermas, para que no ensueñes demasiado, en el camino hacia la desaparición.

Fotografía © Archimaldito

Creando sueños

Un nanosegundo antes, este mundo no existía.
Pensé que fuera, y fue. Se hizo y manifestó.
Con sus habitantes, con sus trillones de historias personales. Con su mezcolanza de especies, razas y géneros.
Y todo interactuó con todo.
Y se hizo historia para que alguien, como tú, como yo, la leyera, la pensara y la recreara.

Fotografía © Archimaldito

Devastación

Lo único que me mueve es estar quieto.
Y sin embargo, en la osadía de mi existencia clamo por desaparecer de ella.
Visionando cada detalle del proceso. Sintiendo el irse de la sangre a raudales, hasta quedar vacío y liviano.
No quiero disolver mi forma con la firma de lo infernal.
Se acercan tiempos devastadores para mi mente.

Fotografía © Adelbrando McPherson

Meticulosidad versus Improvisación

Soy bastante meticuloso en el trabajo. La mayoría de las veces aplico mis conocimientos obtenidos durante muchos años, pero otras veces es la inspiración la que me mueve. Prevengo los problemas y si no existen, durante el desarrollo de un evento, mejor que mejor, pero si salen imprevistos, los años de experiencia y un sexto sentido me guían para resolverlos con eficacia.
Sin embargo, en mi vida artística soy todo lo contrario: improviso, improviso e improviso, para no verme atado por reglas o pasos autoimpuestos que quiten frescura a mis actuaciones.
Más de una vez me han dicho, tras bajarme del escenario, personas conocidas y desconocidas, que cuando actúo es como si estuviera en trance. No les quito la razón. Muchas veces no recuerdo lo que acabo de hacer, o si lo recuerdo, es como si no acabara de ocurrir.
Debo admitir que entro en una especie de éxtasis que me transporta fuera de mi cuerpo (por describirlo de alguna manera) y que me dejo llevar por la canción y su mensaje, por la música y el recuerdo de su intérprete original y que, la mayoría de las veces, pierdo la noción del tiempo, y obligo a los músicos, no sé si a su pesar, a realizar malabarismos para que todo encaje con mi interpretación.

Fotografía © Asociación Cultural La Brecha

Perfección

Perfecto.
Lamento perfecto.
Sinrazón perfecta.
Denigración perfecta.
Intransigencia perfecta.
Persecución perfecta.
Exterminio perfecto.
Control perfecto.
Opresión perfecta.
Vileza perfecta.
Desesperación perfecta.
Desesperanza perfecta.

Fotografías de Jesús Fdez. de Zayas «Archimaldito«

Remembranza

“Maravilla de vida. Lustrosa remembranza de lo fútil.”

Así comenzaba el texto de aquel ser anónimo, que descubrí entre los restos del incendio de la casa de mi novia, mientras caían goterones negros, mezcla de herrumbre y de cenizas. Afortunadamente, no hubo que lamentar pérdidas personales. Sandra había pasado la noche conmigo.

Revisando el cuadernito en el que estaban escritas aquellas enigmáticas frases, encontré otras, desdibujados sus trazos por el agua rociada por los bomberos, y decidí llevarme aquel tesoro, que seguro nadie echaría en falta.

No le conté nada a mi pareja y me guardé, para la intimidad de mi trabajo, la lectura de algunos pasajes, a cada cuál más enigmático.

“A mí morir me da la vida.”

Mi lucha interna por guardarme el secreto se anteponía a esclarecerlo.

“Me centro en lo esencial y excluyo todo lo demás.”

Cada noche me esperaba el mismo trabajo intelectual de descifrar los borrones en las páginas amarillentas de renglones desdibujados. Y sufría pensando que más de una se desmoronaría entre los dedos.

Imagen de Haris shahid en Pixabay