Fin de las emociones y las transiciones entre pensamientos vedadas.
Sin importar a qué se parecen o qué pretenden, porque son inmaduros, porque no tienen consistencia.
Porque presumen de genialidad sin tenerla.
Asumiendo que los borregos humanos aplaudirán la desidia y el conformismo.
Teniendo bastantes razones para claudicar ante la apatía.
Porque no son valientes.
Porque no se arriesgan a nada. Van a lo fácil y no saben de lo difícil.
De lo difícil que es vivir. Y sin esfuerzos las emociones finalizan.
Y se creen elegidos por un ente inexistente.
Y presumen de una vida llena para desasosegar a los demás.
Para embaucar y engañarlos con un paraíso ficticio.
Tan irreal como su propia vida.
Tan vacío como la vida ajena.
Porque son inmaduros y los demás son frágiles. De corazón y de espíritu.
Y de eso se aprovechan.
Y de eso se jactan.
Y en eso se malgastan.
