Extraño

Los hombres vinieron hacia mí y yo, con un gesto de respeto, bajé la mirada y mostré un semblante serio y preocupado.
-No soy perfecto. Tengo un gran defecto: la sinceridad extrema. Una vez alguien me dijo que soy un manipulador. Y tenía razón. Pero no me merezco poder manipular a las personas. Porque… ¿saben? Duele.

Los hombres se fueron alejando, dejando atrás una estela de desánimo y de desinterés por el extraño. Dejándome, de nuevo, solo.

Érase una vez un ser extraño

Érase una vez un ser extraño.

Escuchaba sonidos que nadie escuchaba, veía otras realidades dentro del aparente orden de las cosas y luchaba incesantemente por la libertad y la justicia de los demás seres, los que se creían ser normales, o los que aportaban esperanza a sus semejantes.

Agazapado en la turba mediocre, intentaba no ser visto ni escuchado. Esperando su momento. Ese momento en la vida de los seres extraños en que, se decía, uno brilla más que la más resplandeciente estrella del firmamento.

Y mientras llegaba su catarsis, seguía intentando pasar desapercibido. Aunque otros como él ya se habían dado cuenta de su existencia.