Amargo sollozo

Aquella noche no había podido pegar ojo.

Con la sensación extraña de que la estaban observando. Sin ser capaz de delimitar entre el tiempo de la vigilia y del onirismo. Con los dos ojos abiertos en la oscuridad pero sin poder ver nada, atenta a cualquier punto de luz que pudiera hacer estallar su imaginación, demasiado calenturienta a veces. Atenta al menor susurro para convencerse de que la hablaban desde el más allá.

Y cuando puso los pies en el suelo, antes de acoplarlos a las chanclas, mirando a los rectangulitos de luz que se escapaban por la persiana, dejando marcar las nalgas desnudas con el borde del colchón sin sábana, la invadió la pena y el sollozo.

El más agrio sufrimiento pensando en lo que estaba a punto de suceder. El enfrentamiento más cruel con las mentiras, la envidia, el egoísmo, la maldad de los que esperaban ahí fuera: Los vivos.

 

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Versos cortos de pasión profunda

 

Si como una fresita,
sabor a ti.
Si huelo una rosita,
olor a ti.
Te guardo una cosita,
es para ti.
Corro si me necesitas,
ya estoy aquí.

 

Hoy he vuelto a enamorarme
y es que no puedo, no quiero evitarlo,
esta mañana al despertarme,
y encontrarte, mujer hermosa, a mi lado.

 

Te quiero con locura,
te amo con total pasión,
y si me das un besito
me da un vuelco el corazón.

Que soy tuyo no lo dudes,
que eres mía ya lo sabes,
por eso al abrazarnos,
el Amor en mi alma ya no cabe.

Hasta la noche espérame,
y entre tus brazos
haz un hueco, que sea abrigo de mi mundo.
Espérame sobre tus labios,
que en ellos mi amor abundo.

Miel de mis flores,
Luz de mis estrellas,
Agua de mis ríos,
Sangre de mis venas.

 

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(Fotografía: © Jesús Fernández de Zayas «archimaldito»)