PosArte

Traspasa el Arte,

Traspasarte con él,

tras pasarte sin él.

El Arte de la Memoria.

El que crea y recrea.

El que asume y se suma

y que rezuma incontinencia creativa,

para que asumas actitud activa

ante el jolgorio de la desesperanza,

ante el sinsabor de la apatía,

para que se emocionen tus neuronas

y tiemblen todas tus zonas,

las de confort y las del rubor,

las de la ilusión y las de la alusión,

la alusión al raciocinio,

para que degustes las implosiones de talento del prójimo y el tuyo propio,

y las explosiones sensoriales que traen consigo

las infinitas descargas infinitesimales de genialidad creadora.

Fotografía © Jesús Fernández de Zayas «Archimaldito»

Hecho Por Humanos, en todos los idiomas

Imagen de Pixabay


Te han estado preparando desde hace tiempo, introduciendo en tu vida recursos e instrumentos de entretenimiento para que te hagas adicto a su presencia subliminal.
Luego llegaron las Redes Sociales y todas las Aplicaciones para teléfonos inteligentes y ordenadores para que, con su utilización, te creyeras que tú, que tienes poco tiempo para explotar tu creatividad, podrías crear con su ayuda, contenidos que te hicieran visible y gustable por parte de los demás usuarios de este nuevo opio del pueblo.
Pero cuando ya te has dado cuenta de que es algo más que utilizar filtros para vídeos y fotografías, algo más que recrear los cuerpos, los rostros y las voces de seres humanos, con las consiguientes asombros y risas (y temas de conversación en tu vida tan insulsa y vacía de contenido real, por preferir hacer vaguear a tu cerebro), es demasiado tarde.
La industria del entretenimiento ha difundido estas prácticas hasta el hartazgo y se ha dado cuenta que es un recurso que se ha convertido en un arma de doble filo que está a punto de cortarle el gaznate.

John Connor, hijo de Sarah Connor, es el líder de la Resistencia Humana (Tech-Com) durante la guerra contra las máquinas controladas por Skynet en la película Terminator.

No pretendo ser Sarah Connor ni, menos aún, su hijo, pero creo que es necesaria una resistencia contra las máquinas impersonificadas por la IA.
No lo digo en forma de destrucción ni  sabotajes sino con el boicot a sus productos y subproductos.
Los contenidos del futuro deberán llevar una etiqueta, visible o invisible pero rastreable, de que han sido realizados por humanos, para que sean valorados, en su justa medida de trabajo, sacrificio y esperanzas, y se deseche la opción de los Artificiales.
Es una idea que «pongo encima de la mesa», para que otros la apoyen y la llevemos a cabo.

Belleza

El violín rasgaba el aire con su melancólica tonada.
El piano repiqueteaba, con cada nota grave,  en mi intelecto.
Pero fue la voz de ella la que me recorrió el espinazo con una corriente eléctrica imparable que estalló en chispas invisibles en el frontal de mi cerebro.
Y lloré de alegría, de felicidad inmensa, ante el descubrimiento de la belleza.
Aquella belleza que no podía ver con mis ojos, pero que podía sentir con el corazón.

Nota: Quiero dedicar este texto a todas mis amigas cantantes, que me llenan de felicidad cuando manifiestan, a través de su voz, su Arte y su talento inmenso.

Hoy hace un año

El tiempo pasa, el vivir el presente se ha convertido en lo más importante para mí.
Mientras escucho sobre guerras, cataclismos, inclemencias climáticas y la desesperación y desamparo de muchos humanos, yo sigo adelante, concentrando mi amor en el pequeño mundo que es mi familia.
He aprendido a sobrellevar la supervivencia diaria añadiendo momentos de humor y de concordia para con mis prójimos.
He aprendido a activar mis pensamientos constructivos en pos de un bienestar para todos los seres humanos y no humanos que conozco y conoceré.
He aprendido a sobrellevar las angustias inherentes a vivir en una sociedad capitalista que influye en mi paz mental, por tener que cumplir las reglas del dinero y del poder.
Ya no me considero NADIE pues sé que cada uno de mis actos influyen en otros ALGUIEN.
Y creo que creerme (valga la redundancia) todo eso y reírme de mí mismo ha sido mi salvación para «no tirar la toalla».
PAZ Y AMOR (no, no soy hippie).

¡Mancha!

Me paso horas mirando la punta del lápiz. Girándolo con los dedos de mi mano derecha. Acariciándolo con su pulgar.

Lo froto de abajo arriba, de arriba abajo, como si creyera que algún genio fuera a salir de él, manifestando una creatividad oculta que yo desconozco.

Y de todas estas horas, ni un segundo es apoyada sobre el papel que tengo frente a mi barriga. Éste sigue inmaculado. Aburrido de mi desidia. Observándome como un gran ojo blanco.

Desenfocado, pues mi objetivo visual es la punta del lápiz, me lo imagino riéndose por lo bajinis. Acuciando a las demás hojas que tiene por debajo.

Incitándolas a la rebelión: O son manchadas o se van.

 

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Experimento fracasado

He querido experimentar y he fracasado.
He intentado alejarme de la escritura durante días para ver hasta qué punto puedo pasar sin ella. Para intentar hacer vida sin su existencia. Para asombrarme de mi desapego a un simple bolígrafo. Para llenar mis vacíos con otro tipo de creatividad.
Y he fracasado estrepitosamente pues, creyendo que la presión de la búsqueda de inspiración era un infierno que cesaba cuando plasmaba mis ideas en el lienzo de una hoja en blanco o cuando tecleaba compulsivamente el ordenador, y que tenía que alejarme del calor de sus llamas, se han desgarrado mi intelecto, mi ánimo, incluso mi cuerpo, con un sufrimiento aún peor.
Un sufrimiento inimaginable hace dos semanas, cuando escribí mi última línea.
Y las heridas de ese desgarro son profundas, y quiero curarme, sanar mi mente, ahora impaciente por la llegada de otro tipo de raciocinio, de otro tipo de éxtasis.

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Y escribiendo esta confesión me he recuperado. Porque ahora querré seguir experimentando con la creencia en la creación de mi multiuniverso personal, que compartiré con mis lectores, mis amigos, mis almas gemelas, en este renacido paraíso.