Partida

Mi vida compartida comenzó a estar partida.
El Amor me abandonó, sentimental y físicamente, y el fondo ahondó y me hundió, y acabé roto, partido.
Y partido, me partí en dos, que se hicieron, entonces, par. Y, entonces, partí, dejando a los dos en mi lugar.
Pero nada de lo que hacían convencía. Y rehacían, y los demás maldecían.
En la distancia, no entendía y me desentendía y a ninguna reclamación atendía. Los dos, poco a poco, aprenderían.
Los dos eran las dos partes de mi personalidad, llevadas al máximo extremo, en antipatía y en empatía, con las que yo había lidiado desde mi nacimiento, sin mi consentimiento.
Ahora, todo distinto, era yo un ser neutral, frío, insensible, pero apacible, fluible.
Y mis dos partes, separadas de mí, actuaban a su libre albedrío, inconscientes de su origen e inconsistentes con sus hechos, que empezaban a estar maltrechos.
Una, con su vehemencia, con su egoísmo, con su intolerancia más rancia, con su irascibilidad más sublime, que creaba enemigos con cada una de sus palabras, con cada una de sus insidiosas miradas, importándole poco o nada.
La otra, con su paciencia y sapiencia, con su amabilidad nada caprichosa, con su ternura abrumadora, con su entrega desinteresada.
Ambas necesitaban de mí y la confluencia en mí para sentirse completas. Pero yo no volvería a cometer el error. Prefería seguir solo, menos que solo, pues ser solo es ser uno y yo era cero, como quería seguir hasta el final de mi existencia.
Y las víctimas de una de las partes, y los beneficiados de la otra, sufrían y disfrutaban, los embates del bien y del mal, en estado puro, en trato y maltrato duro.
También ellos clamaban que volviera, y cada vez que lo hacían, yo me alejaba más, me perdía, me fundía con el entorno, con la mirada hacia la oscuridad en torno a la claridad, con mis nuevos sentidos escapando al horizonte, como si de uno de los agujeros negros del Cosmos se tratara.

Miedos medios

Tengo tantos miedos que me enternezco con los valientes.
Tengo tantos medios que me asombra estar entero.
Y la desdicha, que no es más que dicha en negativo, me hace reír y llorar a partes iguales, cuando es verdad que encuentro mis partes.
No voy de gurú, ni vengo con un soy más que tú.
Pero aquí estoy para que mires,
así soy para que oigas,
así todo lo doy para que de mí no te olvides y puedas recordar cómo espanté tus sombras.
Tengo tantos miedos que el que más temo es no acordarme de ellos.
No saber quién soy o no recordar tus destellos.

(Texto escrito en colaboración con Estela Tatiana Fernández Claudet «Monami»)

Fotografía propia: Radiador de luz infrarroja.

Caxo

Trompetas, que lo petas
y no respetas.
Violines, jolines,
y no opines.
Y el saxo, sin retraso,
no hagas caxo.
Mas la guitarra, esa cimitarra,
no seas bandarra.
Escucha, no más,
la música celestial
que anuncia, sin más,
el jamás.


Fotografía de Archimaldito