La entredicha dicha que trae desdicha
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Siento tener que tenerte.
Tengo que sentir sentirte.
Y la desdicha es dicha.
Teniéndote me basta.
Bástame tenerte.
Sí, siempre, así, sí.
Y si no es así…
Veo mi propia mano acercarse a mi rostro y causar dolor en las cuencas oculares mientras me desangro en la desdicha de lo irracional.
He claudicado ante la estupidez. He claudicado ante la imaginación de otro que no soy yo, pues no es mi mano la que me mutila sino mi corazón el que me trae desasosiego. El que me hace desear la propia muerte antes que la de los demás, aún sabiendo que podría ser así mi triunfo sobre el resto de la especie humana.
El odio era mutuo, como mutua era su desdicha al odiarse. Mas disfrutaban del momento mutuo de aguantarse, cada día.
Cosas de casados.