Hoy hace un año

El tiempo pasa, el vivir el presente se ha convertido en lo más importante para mí.
Mientras escucho sobre guerras, cataclismos, inclemencias climáticas y la desesperación y desamparo de muchos humanos, yo sigo adelante, concentrando mi amor en el pequeño mundo que es mi familia.
He aprendido a sobrellevar la supervivencia diaria añadiendo momentos de humor y de concordia para con mis prójimos.
He aprendido a activar mis pensamientos constructivos en pos de un bienestar para todos los seres humanos y no humanos que conozco y conoceré.
He aprendido a sobrellevar las angustias inherentes a vivir en una sociedad capitalista que influye en mi paz mental, por tener que cumplir las reglas del dinero y del poder.
Ya no me considero NADIE pues sé que cada uno de mis actos influyen en otros ALGUIEN.
Y creo que creerme (valga la redundancia) todo eso y reírme de mí mismo ha sido mi salvación para «no tirar la toalla».
PAZ Y AMOR (no, no soy hippie).

Así es ella

Pizpireta, anacleta.

A veces profeta de una vida multidesgraciada.

Seguidora de unas normas endulzadas

que la corrompen en la tribu ensimismada,

esa horda que dice que no hay leyes,

esa que grita que no hay reyes

mientras distribuyen el derecho de pernada.

La individua revolucionada y la revolucionaria,

la apática y la estratégica,

la exigida y la restringida,

la aplaudida y la temida.

Esa señora que te mira y no te mira.

Esa ilusa que se ríe de tus gracias y con tus desgracias.

La liberadora de pasiones

y la presa de los besos presos.

La señora de la incertidumbre,

la aprovechada de la mansedumbre.

Así es ella y no se queja.

Así es ella en privado y en público.

Y así lo escribo, de ella enamorado

de su leyenda y sus miradas,

de su tacto y de su lengua intrépida,

que no se calla, que no me acalla.

Que no me quiere ni me ama,

pero que adora ser mi dueña y mi ama.

Ama, ama.

 

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