A veces veo

Recuerdo a aquel niño que susurraba al bueno de Bruce Willis aquello de «a veces veo muertos». Pues bien, yo tengo aún dentro de mí a mi niño interior que me susurra continuamente «a veces veo tuertos».
¿O es que los que me rodean no se dan cuenta que tienen ante sí un problema y no lo ven en su auténtica y completa crueldad?
Soy actor y tengo la osadía de decirte que, dentro de poco, todos los que son como yo no existirán.
Mi carne y mis huesos, mis pensamientos, mis lágrimas y mis carcajadas ya no serán mías. Como tampoco serán suyas las palabras de los que escriben mis personajes y las encumbran hacia tu cerebro para que los escuches y los veas como reales.
Ni nadie real registrará mis movimientos, mis gestos, mis liberaciones en un grito de exaltación o dolor eterno, ni habrá nadie que les dé sentido en la concatenación de experiencias de los que me acompañen en la aventura.
No seré yo ni serán ellos porque los tuertos han decidido mirar con un solo ojo, sin saber que más adelante quedarán ciegos por la osadía de confiarlo todo a unas entelequias sin estómago, que no lloran ni ríen ni, menos aún, sienten pinchazos de desesperanza en el corazón, porque no lo tienen. Y estarán ciegos, aunque crean que ven, porque lo que contemplen no será parte de este maravilloso mundo real.
Mis personajes no tendrán parte de mí ni serán parte de mí, porque lo más seguro es que no sea yo… a quien veas en la pantalla.

Imagen de Mostafa Meraji en Pixabay

Trolas

¿Por qué dicen amar con el corazón si el corazón no ama, si solo late, bombea, te mantiene con vida gracias a los estallidos eléctricos provenientes de tu cerebro?
Y la sangre que te recorre no lleva emociones ni exalta pasiones, solo mancha cuando se derrama.

Sinrostro

Sin rastro del rostro. Con un rato de reto. Avivando la vida. Mezclándola con la tuerta muerte. Aguantando la desidia, el desánimo y el estupor ante el no reconocimiento de uno mismo. Sin rastro del espíritu arrastrado. Tan erosionado que parece anulado. Y el resto, supurando sopor. Ante la mentira, ante el engaño continuo y manejado. Ante el temblor crónico del enajenado. Ante el encogimiento de hombros de los hombres, que por querer mucho acaban teniendo lo que se llevarán a la muerte: Nada.

 

sinrostro

(Selfie tomado el 12 de marzo 2017 a las 15:08:41, justo cuando el sol deslumbraba)

Canallas

Pudo ser peor.

Y lo fue.

Pues allí se reunían las maldades de un sinfín de hipócritas que continuamente argüían argumentos ridículos para intentar engañar a los incautos. La mayoría pasiva de los incautos que formaba la minoría activa de los ilusos.

Pudo ser peor. Y lo fue. Porque los engañados otorgaron el poder de decidir sobre sus destinos a los sibaritas de la mentira. A los canallas de la sinrazón.

 

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