Hecho Por Humanos, en todos los idiomas

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Te han estado preparando desde hace tiempo, introduciendo en tu vida recursos e instrumentos de entretenimiento para que te hagas adicto a su presencia subliminal.
Luego llegaron las Redes Sociales y todas las Aplicaciones para teléfonos inteligentes y ordenadores para que, con su utilización, te creyeras que tú, que tienes poco tiempo para explotar tu creatividad, podrías crear con su ayuda, contenidos que te hicieran visible y gustable por parte de los demás usuarios de este nuevo opio del pueblo.
Pero cuando ya te has dado cuenta de que es algo más que utilizar filtros para vídeos y fotografías, algo más que recrear los cuerpos, los rostros y las voces de seres humanos, con las consiguientes asombros y risas (y temas de conversación en tu vida tan insulsa y vacía de contenido real, por preferir hacer vaguear a tu cerebro), es demasiado tarde.
La industria del entretenimiento ha difundido estas prácticas hasta el hartazgo y se ha dado cuenta que es un recurso que se ha convertido en un arma de doble filo que está a punto de cortarle el gaznate.

John Connor, hijo de Sarah Connor, es el líder de la Resistencia Humana (Tech-Com) durante la guerra contra las máquinas controladas por Skynet en la película Terminator.

No pretendo ser Sarah Connor ni, menos aún, su hijo, pero creo que es necesaria una resistencia contra las máquinas impersonificadas por la IA.
No lo digo en forma de destrucción ni  sabotajes sino con el boicot a sus productos y subproductos.
Los contenidos del futuro deberán llevar una etiqueta, visible o invisible pero rastreable, de que han sido realizados por humanos, para que sean valorados, en su justa medida de trabajo, sacrificio y esperanzas, y se deseche la opción de los Artificiales.
Es una idea que «pongo encima de la mesa», para que otros la apoyen y la llevemos a cabo.

Sin futuro

El último hombre, meditabundo, chapoteó sobre el barro mezclado con ceniza y miró al cielo, dejando que las gotas de lluvia se mezclaran con sus lágrimas.

El último hombre acababa de ser testigo de la muerte del penúltimo hombre, y se sintió desolado, porque supo la responsabilidad que recaía sobre sus espaldas, a partir del mismo momento en que escuchó la última exhalación de su compañero: Debía reconstruir todo un planeta, solo, en los futuros días de penumbra, en las próximas oscuras y frías noches, sin ayuda, teniendo que dejarse acompañar por sus pensamientos de desesperación.

Y mientras cubría, a paso ligero, la distancia que lo separaba del campamento base, maldijo el día en que aceptó ser parte de una misión suicida, sabiendo que nunca volvería a su hogar, que estaba a demasiada distancia, porque no le quedaban recursos de supervivencia, porque cuando el comandante murió entre sus brazos se había esfumado su última oportunidad de hacerlo.

Emitiría el último mensaje por luz y esta vez sería un S.O.S. O más que un grito de socorro sería una proclamación de que se rendía. Y con él se rendiría la especie humana. Y mientras hundía sus botas en el barro pensó que no se merecían ninguna oportunidad. Ni en este ni en otro mundo.

Los relámpagos rojos le obligaron a forzar, aún más, el paso. Hasta que cayó de bruces, y no se levantó. Nunca se levantó. Y nunca nadie sabría que él había sido el último hombre. Porque ya no había más hombres para saberlo.

Y a poca distancia, el rayo lumínico lanzó un mensaje vacío. De un mundo vacío. Inerte. Sin futuro.

 

rayo rojo

 

 

Partes y jueces (o cuando una imagen asociada puede cambiar el significado de un texto)

No voy a decir que se lo merecía, pero lo que hicimos con él era parte de algún tipo de justicia, no sé aún si divina o humana, pero que contrariaba otras leyes del Universo, desconocidas, creo, para la mayoría de los mortales de este planeta.

 

Confesiones desde el futuro

Provenimos de los humanos, la especie primigenia. Y dicen las leyendas que Dios les dio el soplo de vida ¡a ellos! No sé si fue el Dios Absoluto, o fueron dioses menores, un conjunto superior de creadores extraterráqueos, que probaron fortuna con el caldo de cultivo de los mares y tierras terrestres. No importa. El fruto de la experiencia fue sobresaliente. La verdad que usted se niega aceptar y, como usted, la mayoría, es que todos somos humanos.

ConfesionesDesdeElFuturo

Incautos

La nave de exploración dejó paso a la cohorte de unidades de asalto.

Los habitantes, que habían confiado en los pioneros, se sintieron aterrorizados por la presencia avasalladora de los militares espaciales.

-¡Os mentimos, estúpidos! ¡Somos humanos!

 

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