No

No soy queer, no soy gay, no soy bisexual, no soy heterosexual.

Soy humano.

No me clasifiques en nada. No me juzgues. No me ignores.

Mis actos y mis pensamientos me hacen grande.

Vuestros actos y vuestros pensamientos os hacen grandes.

Muchapepper, con la genialidad de Patax y mi adorada Pepper Solana ponen voz a lo que muchos deseamos: el fin de los prejuicios.

#diversidad #pluralidad #libertad #noalosprejuicios

La Flor

Me cardo el pelo.
Maquillo mis decenas de arrugas mal distribuidas y me convenzo de que soy hermoso.
No hace falta que nadie me eche flores pues ya estoy en la edad del pasotismo social.
Aún así, me enfundo mi vestido más ceñido para llamar la atención. Y me pinto los labios.
Tiento la suerte y me atrevo a bajar a la calle para mostrar mi palmito.
Y a mi paso se alzan las mariposas del planeta, y ligo. Hoy, por fin, ligo.

Sin ton ni son

Un señor enormemente bajito que apareció para insultarme tuvo que justificarme sus insultos. No pudo. Solo se basaba en mi aspecto. Que si era andrógino, que si mis pinturas me delataban, que si mi amaneramiento era ridículo.

Entró en el bar solo para lanzarme sus vituperios. Me vio a través del cristal del escaparate donde las botellas de cerveza se amontonaban sin ton ni son. Y como debía estar tremendamente aburrido, se sentenció a sí mismo que yo debía ser su próxima víctima.

Yo, acostumbrado a sentir indiferencia ante los que me menospreciaban, no tuve más remedio que reaccionar ante su sarta de palabrotas malsonantes.

-Papá, ¿de veras no puedes esperar a que llegue a casa para intentar deprimirme aún más?

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Entendí

Era atroz que aquella marabunta de gente me rodeara y pareciera no mirarme. Era vergonzoso que la osadía de unos pocos se transformara en algún que otro insulto. Y aún no sabía por qué. 
Por qué querrían hacerme la vida imposible sin conocerme, sin saber qué sentía, sin saber qué pensaba, no de ellos, sino de la vida en general. 
Allí estaba yo, como siempre, transformado en lo que siempre había querido ser: Una mujer.  
Maquillado, con un vestido muy llamativo y escandalosamente ceñido, pero marcando unas curvas que no eran las de una mujer, sino la de un chico que estaba empezando a descubrir su auténtica personalidad.
Y los que no me miraban me recriminaban con su indiferencia. Y los que se atrevían a escupir a mi paso se envalentonaban con el anonimato del grupo de mentecatos al que pertenecían. 
Pero yo miraba hacia adelante, siempre hacia adelante, porque sabía que mi destino iba a ser maravilloso. Y entonces entendí que nunca más volvería a estar sola. Entendí que era única y que sería feliz toda la vida. Como ella, la que me saludaba todas las mañanas al otro lado del espejo.

 

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