El respeto

En aquella ocasión mi víctima imploraba clemencia cuando mi resolución irreversible de cortarle la yugular se veía incrementada exponencialmente con cada lágrima que caía sobre las baldosas blancas de la cocina sobre las que estaba arrodillada. 
-Dígame: ¿Cuál es su último deseo? (…) ¿Perdone? ¡No la entiendo! ¡Deje de gimotear que me va a dar igual!
La juré y perjuré que el sufrimiento sería mínimo pues no me gustaba hacer prolongar un final que ya estaba predicho.
Al no recibir respuesta inteligible de ningún tipo, di por hecho que lo que quería era acabar cuanto antes, como yo.
-Yo trato bien a todo el mundo, incluso a los niños muy pequeños. ¿Tiene usted hijos?
Un silencio, que no me esperaba, me confundió.
Ella apartó su mirada enrojecida y se traicionó con un reojo hacia el pasillo que daba al salón. Y agudicé mi oído.
Sonreí.
-A todo el mundo lo trato de usted.
Bajé mis párpados y me concentré en la respiración entrecortada que llenaba la penumbra.
Y, de pronto, habló, calmada, segura, convincente.
-Como le hagas daño, te mato.
La miré fijamente y ella no pestañeó.
-Yo trato bien a todo el mundo.
Observé el filo del cuchillo que blandía en mi mano derecha y aflojé la tensión en la otra mano que agarrotaba su larga melena.
Coloqué el arma sobre la repisa de la cocina, junto al microondas, y tiré del cabello para que me siguiera, aún de rodillas, por el corredor.
– ¡Ya puede salir usted de su escondite! ¡Salga usted, que no le haré daño!

 

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De primer plato

 

Pásame la receta de tu amor,

que con su sabrosura estoy entusiasmado.

Explícame tus trucos, 

que con tus salsas quiero hacer un mano a mano.

Déjame que pruebe cómo me cocinas.

Pídeme poner al fuego 

un minuto de mi tiempo.

Enciende mi horno.

Y prueba, con tu cucharita,

si estoy en mi punto…  

                                                            … para  comerte.

 

Tasting

Receta sensual

   Dos cucharadas de sirope de fresa, una cucharada de aceite de oliva virgen, una pizca de sal, tres suspiros de menta y un instante de lujuria, y creo que este ungüento funcionará, bien repartidito por tus partes más sensibles.

   Sólo cierra los ojos y déjate hacer.

   Que cuando cierre el horno, sentirás otro tipo bien diferente de calor.

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