Despreciable

Ni cuando le echaban a patadas de los bares.
Ni cuando le insultaban cuando pedía limosna en el mercado.
Ni cuando se cubría con los cartones mugrientos para dormir en la entrada de la sucursal del banco.
Ni cuando tenía que pegar a otro mendigo por un trozo de comida requemada tirada en un contenedor de basura.
Ni cuando aceptaba los magreos insanos del grupo de maricas de la calle norte para que le dejaran acercar los pies y las manos al calor del fuego del bidón gigante de lata.
Ni cuando recibía los porrazos de los maderos en los desalojos periódicos de la casona derruida del barrio.
Ni cuando se limpiaba los escupitajos de los yonquis sidosos del parque junto al lago.
Ni cuando las putas más insanas despreciaban sus intentos de ternura.
Nunca se había sentido más miserable que ahora, cuando la señora a la que ha ayudado a bajar el cochecito de bebé por las escaleras del Metro ha castigado su acto con la indiferencia, con la negación de su existencia, para proteger a su hijito de su despreciable abuelo.

 

KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA

Nova


– ¡No me has dejado ver cómo mi padre…

Su abuelo le sonrió a la vez que hincaba su rodilla sobre el frío suelo, para que el niño no tuviera que forzar el cuello para hablarle.

-… se transformaba en nova!

Antes de que otros reclamaran la atención de Insavik, le susurró al oído:

-Una nueva estrella hay colgada en el firmamento. Pero no es tu padre, hijo. Tú debes ser la nueva Luz.

 
(Dedicado a mi hijo, Iván Fernández Claudet,
Nova en el Firmamento de los Artistas)