En la terraza de un bar, Adolfo Gila, está tomando una tila (pa lo nervio). Se acerca la cámara de una joven o un joven y existe el siguiente diálogo:
(Joven): -Abuelo, ¿sabe usted que, por mucho que se esfuerce, no va a vivir hasta los doscientos años?
(Adolfo Gila): -Pue e verdá.
(J): -Abuelo, ¿sabe usted que hay mucha contaminación y que usted, aquí sentado, se está tragando todo el humo de los coches?
(AG, mirando a su alrededor, y absorbiendo aire fuerte por la nariz): -Pue e verdá.
(J, mirándole fijamente a los ojos): -Abuelo, ¿le molesta que le llame abuelo?
(AG): -Para na, nieto.
(J): -Pero usted no es mi abuelo.
(AG): -¡Vamo a ve, vamo a ve!
(J): -De veras, tú no eres mi abuelo.
(AG): -!No me toque lo huevo, no me toque lo huevo!
(J): -Perdona si te he molestado, ¡viejo!
En ese momento, Adolfo Gila termina de sorber de su taza de tila, levanta el bastón apuntando al joven y le dice:
-¿Qué pasa? ¿Qué te aburre mucho en tu casa, niñato/a? Si te aburre, muérdete un codo, ¡desgraciao!
Adolfo Gila se levanta parsimoniosamente y se va, dándole la espalda al/a la joven, cantando ¡no me gusta que a los toros pongas la minifaldaaa… ! y pega un salto chocando los pies en el aire.
FIN.














