Olvido

A veces, olvido el dolor.
Ese martilleo incesante en mis palpitaciones.
Ese ruido de fondo que me bloquea en mi apreciación del entorno.
Mas cuando está conmigo, me preparo para curar las heridas del prójimo, cuando estas no son sangrantes sino lacerantes.
Pues el dolor me hace empático, y el ardor en mis ojos, y en el estómago, me hace adivinar las raíces de los sufrimientos que traen consigo las injusticias y las necedades de los que oprimen.

Fotografía de Miguel Ángel Delgado Olmo

Canallas

Pudo ser peor.

Y lo fue.

Pues allí se reunían las maldades de un sinfín de hipócritas que continuamente argüían argumentos ridículos para intentar engañar a los incautos. La mayoría pasiva de los incautos que formaba la minoría activa de los ilusos.

Pudo ser peor. Y lo fue. Porque los engañados otorgaron el poder de decidir sobre sus destinos a los sibaritas de la mentira. A los canallas de la sinrazón.

 

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