Pertenezco a esos desusos
que liberan la discordia,
que rebelan las chanzas,
que formulan la estupidez,
y me atañen raras circunstancias
de hechos falseados en la superficie pero criminales en sus abismos.
Tan serias las caras,
tan tirantes los cuellos
y rígidos los miembros
pero locos los movimientos de ojos ante las lenguas humeantes de saliva extraña.
Así era el sitio mal situado para las perplejas y los pendejos.
Así era el ambiente asfixiante pero respirable para los lunáticos y las fanáticas.
Así era yo.
Así eran ellos y las que no querían serlo.
Las hipocresías para los otros, para mí los hechos.
