Hoy. Mañana. Ayer. Todo lo mismo. No existe línea de tiempo, ni leyes que lo corrijan. No son necesarios.
La mente, punto infinito en el tejido inencontrable del mal llamado espacio-tiempo, actúa y crea pensamientos y actos que ya estaban pero que, sin embargo, no existían.
Y no existen los encadenamientos, sino los engarces de entropías.
Y el cúmulo de puntos infinitos, infinitesimales en la implosión de las ideas, forman probabilidades de vidas, y de muertes que son vida, y de estados intermedios de consciencia. Y parece ser que de ellos surge el Universo.
Pero esto será una hipótesis con la que embaucaré a algún iluso de los seres limitados con conciencia para que la haga teoría y, con dicha teoría, llene su vacío de raciocinio y deshaga algún trozo de su frustración por no ser un dios.
(Dedicado a Ricardo Fermosel, Filósofo y amigo.)