La contienda

Desde lo más insano de mi corazón
me desespero en la sinrazón.
Tengo miedo de fallarme.
Tengo terror a huir otra vez para excusarme.

Soy frágil, en el fondo soy frágil.
Nada hábil, nada tierno ni agradable.
Y no merezco nada que no tenga,
como una vida donde adormezco,
y aunque a veces me crezco,
sufro parálisis de autoestima,
sufro y lucho con mis inseguridades,
tantas que ya no sé dónde están los aciertos.

Voy a llorar otra vez.
Voy a suplicar otra vez.
Voy a tener que vivir la pesadilla otra vez.
Y me pregunto cuándo acabará el ciclo infinito,
porque no sé salir de la espiral del desánimo.

Tanto desamor, tanta hipócrita maraña de sentimientos,
tanta podredumbre de pensamientos.
Necesito respirar, aun sabiendo que al hacerlo me enveneno.
Necesito lidiar con mis neuronas y luego desconectar.

¡He hecho tanto por tanta gente!


Harto

El maldito asesino acababa de abandonar a su reciente víctima a los perros de la noche, sabiendo que el olor del desventrado los atraería. Con sangre fría limpiaba el arma homicida y, mientras lo hacía, recordaba con sorna los lamentos de súplica del aterrorizado condenado.

Visualizaba ya la cara del próximo sacrificado en su ritual y se prometía que sería una mujer, porque ya estaba harto de buscarse en otros rostros masculinos, pues era eso lo que hacía al suicidarse, poco a poco, con cada vida que arrebataba.

 

fatally-yours-1182774-1920x1440