Esperando el momento

 

Más allá de su estética patética, más allá de su reprochable falta de principios, estaba su afición a dejarse acariciar la incipiente joroba, vibrando con los rumores malignos de sus seguidores, todos traidores, que estaban esperando pasar de víctimas de su onanismo a ejecutores de la justicia poética.

 

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Los archimalditos, sin límites.

 

Brillando y aturdiendo.

Ajusticiando a los injustos.

Liberando a los presos de conciencia.

Sanando a los enfermos de falta de libertad.

Enfrentando la verdad a los mentirosos, a los rufianes.

Perdonando a los arrepentidos de corazón, y de mente.

Salvando las distancias con l@s maldit@s.

Quebrando los pies de barro de las élites.

Bendiciendo a l@s bendit@s y cuestionando a l@s archibendit@s.

Sembrando las dudas sobre los privilegios.

Implosionando los cimientos de los explotadores.

Regando los campos de la armonía, extensos como universos.

Aplaudiendo a los genios rezagados.

Revolucionando a los evolucionados.

Derribando fronteras inútiles de razas, idiomas, religiones, ideales, sexos y naciones.

Exaltados en la paz y exhaustos en la conciencia.

Librepensadores respetables, respetuosos y respetados.

Conocedores de los límites franqueables.

Igualitarios e igualadores.

Eternamente mejorables.

Activistas y activadores.

Incansables aun con los cerebros descansando.

Amplificando los gritos apagables para que nunca sean silencio.

No hay límites de tiempo ni espacio para l@s archimaldit@s.

 

 

 

(Nota: Esta es la tercera parte de la trilogía archimaldita, completada con «archimalditos seáis todos» y «Mis archimaldiciones». No hay más, ni habrá más. Palabra de archimaldito)

 

 

 

Mis archimaldiciones

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los opresores del mundo.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los privilegiados que han conseguido sus privilegios a costa de otros.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no permiten ni la igualdad ni la justicia ni la libertad.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que creen que tienen derecho a todo pisando los derechos de los demás.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no tienen ni dignidad ni respeto ni conciencia ni consciencia.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no aman la belleza de este mundo y hacen todo lo posible por destruirla.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no respetan la vida de las otras especies.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que  se escudan en tradiciones estúpidas para comportarse como estúpidos energúmenos.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que creen que pueden apagar la luz interior de los que la tienen.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no se dejan amar.

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no aman.

Mis archimaldiciones…

 

 

 

Archimalditos seáis todos

Empecé siendo archimaldito y creí en extensiones de mi espíritu creando el clan de los archimalditos: Personas con principios inamovibles.

Un archimaldito no está maldito, en incoherencia con su propio nombre.

Los archimalditos no enarbolan banderas sino que crean imperios gobernados por creadores de mundos propios.

Los archimalditos activan la llama de la esperanza.

Los archimalditos son generosos por naturaleza.

Un archimaldito siempre está estupefacto ante la realidad circundante y la envolvente.

Ser archimaldita es igual a ser archimaldito. Los géneros sexuales limitadores no existen.

Un archimaldito se rebela siempre contra el sufrimiento ajeno, impuesto a cosas artificiales, seres inanimados, animales, vegetales y personas.

Un archimaldito es, ante todo, libre y liberador.

Un archimaldito tiene, como regla personal principal, la obligación no impuesta de despertar conciencias, de remover consciencias.

Nunca lograrás identificar a un archimaldito, salvo que ese archimaldito lo haga voluntariamente.

Nunca hagas caso a lo que un archimaldito dice. Siempre dice la verdad.

 

Firmado: archimaldito