Negacionistas

¡Qué sudor!

¡Qué calor!

¡Qué estupor!

¡Qué engaño!

¡Qué negación!

¡Qué desatención!

¡Qué tensión!

¡Qué inacción!

¡Qué manipulación!

¡Qué osadía!

¡Qué traición!

Imagen de sippakorn yamkasikorn en Pixabay

Veranos de muerte

Crepitaban el cielo, el horizonte y el suelo. Alaridos insonoros pedían piedad ante tal desdicha, y las víctimas, aún sabiendo que serían invisibles, preguntaban la razón de su destino: ¿Por qué nosotros? ¿Por qué ahora?

Las llamas laceraban el bosque y millones de pensamientos desaparecían con la fisión de sus enlaces moleculares, y la disgregación de la materia ennegrecía el aire, que se convertía en irrespirable.


Los abrazos de fuego transformaban el paisaje en un páramo desolado y algunos ojos seguían mirando a las alturas esperando el milagro del agua.