La Bien Pagá (Tuit-relato)

#1.- Para hacer más insoportable mi espera, empezó a maquillarse sin mirarse a un espejo.

#2.- La extraña, con sus carmines, me observaba de reojo para comprobar que la espiaba.

#3.- Antes de que el tren partiera y me adormeciera su traqueteo, decidí presentarme, como un caballero, a la seductora coqueta.

#4.- Sandra era de esas personas que se hacen querer sin forzar la relación, con armonía imparable en cada risotada sincera.

#5.- La confianza mutua aumentaba con cada parada de estación y a la sexta pasada del revisor la mujer sabía más de mí que yo mismo.

#6.- El viaje en un principio iba a ser largo y aburrido, pero el encanto de Sandra me hizo desear no llegar a mi destino.

#7.- Dicharachaba y dicharachaba mientras que la temperatura del vagón, y la mía, aumentaban.

#8.- Ella no parecía darse cuenta que la provocación y la tentación alcanzaban niveles casi inasumibles por mi autocontrol.

#9.- El vagón era pura voluptuosidad pero esta vez no volvería a caer en los mismos errores del pasado, aún recientes.

#10.- Meses antes de coger el mismo tren que Sandra, yo había jurado a mi encolerizada esposa que jamás volvería a traicionarla.

#11.- En su penúltima visita,el revisor nos dijo que estábamos a dos horas de nuestro destino y Sandra cambió el tono de la charla.

#12.- Escote asombroso,curvas inverosímiles,perfume embriagador,labios insinuantes y ojos comedores. Y casi sin fuerza de voluntad.

#13.- La primera voz de alarma, silenciosa, en mi mente, cuando Sandra me llamó por mi nombre de pila sin yo haberlo mentado nunca.

#14.- La extraña ya no era tan extraña: Entre chascarrillos dejó escapar algún detalle sobre mí que pocos sabían. ¿Ya me conocía?

#15.- Atardeciendo ya, pasamos de compartir vagón a compartir asiento, y con algún que otro vaivén nuestros cuerpos se rozaron.

#16.- El olor de su sudor perfumado, la juntura de sus pechos tan cerca, el susurro de mi nombre en el lóbulo de mi oreja.

#17.- Me provocó. Juro que me provocó cuando el umbral de mi autocontrol había decaído.

#18.- En la intimidad del compartimento, cuando estaba cayendo la noche, me abalancé sobre ella, queriendo comérmela entera.

#19.- Sandra, con un gesto adorable, apartó mi boca de la suya y, atravesándome con su mirada, musitó: «Ella dijo que lo harías».

#20.- No sé aún si me causó más dolor la daga clavada en la garganta o las palabras de desprecio de aquella diosa hecha mujer.

#21.- Deseó rematarme con toda su furia, pero el despiste de un emperifollado caballero me salvó la vida, y ahora puedo contarlo.

#22.-Podría decir que ella saltó por la ventana, pero a aquella velocidad se hubiera destrozado, como mi ego.

#23.- Eduardo, al equivocarse de vagón, me salvó la vida dos veces: Evitando la escabechina, y echándome sus manos al cuello.

#24.- El traje blanco impoluto del buen samaritano enrojándose; en la distancia, los alaridos de la emboscada; y yo, añorándola.

#25.- Debió de huirme el alma hacia adelante pues después de perder el conocimiento no recuerdo nada hasta despertar en un hospital.

#26.- En el silencio absoluto, embriagado de asepsia, el vaho caliente de una voz familiar en el oido, volcando incoherencias.

#27FIN.- Mi esposa, mi afligida esposa, lograba, con uno de esos susurros, rematar mi mente: «Alguien no terminó bien su trabajo».

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La pulga (Un tuit-relato)

 


  • El amaestrador la traía por el camino de la amargura. La obligaba a dar saltos cada vez más imposibles
  • Escuchar un grito de cualquier humano la impulsaba a saltar, a saltar bien lejos 
  • ¿Habíase mostrado, alguna vez, el cuádruple salto mortal en aquel Circo de las Pulgas? 
  • Aquel día, el del desastre, la había obligado a hacer el salto del ángel, último anuncio del circo de pulgas 
  • Como se había portado bien, el amaestrador le regaló aquel bosque de pelos andante 
  • Limitándose a su vida ínfima, la pulga no mostró disconformidad ante el vasto terreno asignado 
  • La pulga adoraba ser catapultada a los manjares perrunos, aunque no hacía ascos a los humanos
  • Sabía que la glotonería la llevaría al desastre… 
  • No es que fuera poco social, es que no podía repartir el botín 
  • Sabía que era de porte más agraciado que esa maldita garrapata del tercer pelo a la izquierda 
  • Soñó, con su corto entendimiento, que se bañaba en un lago de sangre 
  • Ensimismada en sus pensamientos cayó en la cuenta de que tenía poco cerebro y, rencorosa, decidió desangrar a su huésped 
  • Trató de desasirse de aquel filamento inmenso, y cayó en un claro terso y suave, y picó 
  • La pulga tenía muy mala sangre. Ese día se le ocurrió picar a un perro con muy malas pulgas 
  • Vio que su fin se acercaba cuando la zarpa la lanzó al espacio infinito fuera del bosque de pelos 
  • Al estamparse contra el suelo frío y duro se quebró una de las potentes patas traseras 
  • Maltrecha, encima de la esperpéntica baldosa, sintió la impotencia de la invalidez
  • Había forzado la máquina, pensó. Si no hubiera hecho caso de los gritos del jefe humano, no estaría tan cansada 
  • El humano, el maestro de pulgas, gritaba y gritaba, ahora para encontrarla. La pulga gritaba y gritaba, para no ser aplastada 
  • La desesperación del humano era evidente desde la perspectiva de la pulga. ¿No entendía que no le entendía? 
  • La impotencia de sentirse incapaz de dar el gran salto, el más necesario, el que salvaría su vida, y no morir aplastada 
  • Siempre creyó que moriría en un salto rocambolesco y nunca pudo imaginar otra cosa 
  • Una infinita área negra acercándose y un infinito peso quebrando su armadura externa 
  • Un puntito rojo en el gres rojo. Ilocalizable. Una tumba. Imperdonable. Un perro. Imperturbable 
  • Su tamaño la traicionó. Perdió la vida. Su tamaño le traicionó. Perdió a su estrella.

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 El handicap que significa no poder exceder los 140 caracteres pertinentes, aumenta el reto de escribir algo que tenga algo de sentido y/o calidad literaria. Y en cada tuit un nanocapítulo, hasta completar un microcuento. Todo un reto.