Escruto la apatía.
Siembro la discordia contra la ignorancia. Contra la disciplina incoherente. Contra la hipocresía asentada y asumida y seguida y aplaudida. Y hiervo.
Es entonces cuando estilizo mi derredor. Para proceder a la selección natural de la conciencia. De hecho la más buscada.
Para asumir la genialidad de algunos individuos. Para dejarme cegar por el brillo de sus mentes. Para absorber el sobrante de su desbordamiento espiritual. Para aprender y ser cada vez más libre.
Pero aclarando la idea primordial: Seguidor de nadie soy.
(Dedicado a Bunbury)