Vivo,
mi mente se llena con tu imagen.
Sigo viviendo solo.
Camino,
recuerdo que entre mis dedos he tenido la seda de tus cabellos.
Sigo viviendo solo.
Respiro,
pero no es lo mismo si no se integra en el aire el efluvio de tu cuerpo.
Respiro el vacío.
Y al llegar a mi destino,
mi corazón se desboca galopando en tu presencia.
Mis ojos no ven más realidad que tu piel.
Y mi espíritu se conecta con tu esencia.
Tal vez por eso, en el reencuentro,
mi búsqueda ha llegado a no tener sentido,
pues siempre fue encontrarte a ti mi sino,
mi auténtico destino.
(Fotografía: ENAMORADOS © Jesús Fdez. de Zayas «archimaldito»)