Bueno

Cuando deslizo la punta de mi lápiz o de mi bolígrafo, temo no ser leído, y que esto sola sea un gesto de rebeldía, de escape de mi corazón, en los estertores de las compulsiones de mis ansiedades o de mis angustias o de mis alegrías.
Un acto de rebeldía, porque vivo y moriré siendo rebelde, un antitodo, un maldito olvidado, un desecho del karma global.
Anulo mis perspectivas de pasar a la posteridad y me enfrento a la realidad de mi única fuerza: ser un ser humano bueno, porque mi bondad es mi signo de rebeldía, mi liberación, mi dicha y mi crítica al mundo envuelto en desesperanza.

Fotografía de Archimaldito

Césped

  El césped crecía incontrolado. Y por mucho que lo cercenara la máquina, se imponía la rebeldía de la naturaleza, y resurgía impaciente con las puntas de las hojas queriendo alcanzar el cielo.

   Y las botas de los jugadores se ralentizaban.

   Y el presidente del club se preguntaba a quién se le había ocurrido la brillante idea de plantar en su campo aquella variedad.

   Porque se temía, con razón, que tampoco en esta temporada pudieran utilizar aquel humilde estadio de fútbol.

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