Me vino a la memoria. Y la rechacé de plano. No quise revivir lo sobrevivido. Era demasiado doloroso.
Preferí que siguiera borroso, desenfocado, diluido. Que desapareciera en la penumbra de mis recuerdos más lejanos, los más profundos, los que siempre me negué a rescatar.
Sentí que así te liberaba. Y que no existías. Ni tú ni tu ternura.