Cortocircuitos

Es un renglón torcido.
Es un repicar interminable de campanas.
Es una disputa que trae el consabido delirio.
La sensación del vacío, de la inacción.
El habla sin sonido, el gesto sin significado.
Es la rabia sin espuma en la boca ni lágrimas ardientes en las mejillas.
El golpear de la palma abierta en la mesa frágil.
Son las luces que se apagan sin que nadie accione el interruptor.
Es la osadía de tu mirada. La rotura de tus uñas cuando atacan mi rostro.
El crepital del fuego cuando es alimentado con gasolina y no con amor.
Es el esperar horas y horas en las colas interminables de la desazón y la desesperanza.
Son los exabruptos injustificados. Pero, sobre todo, sobre todo, son mis cortocircuitos neuronales, mis ataques de ira seguidos de la frialdad y desinterés casi inhumanos, mis renglones perdidos, mis palabras vacías, mi lenguaje simulado.

Imagen de NinaMarie en Pixabay

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