Los labios me decían te quiero. La mirada me decía te adoro. Aquella pose, aquel garbo. Las manos quietas, saludando. Era así siempre, cada vez que me esperaba al otro lado del escaparate.
Los labios me decían te quiero. La mirada me decía te adoro. Aquella pose, aquel garbo. Las manos quietas, saludando. Era así siempre, cada vez que me esperaba al otro lado del escaparate.