Cuando le escuchaba cantar, se le saltaban las lágrimas de emoción, deseando que no terminara su hermosa canción, y aunque no entendía totalmente la letra de la misma, porque no estaba trovada en su idioma natal, la música, esa música maravillosa que emanaba del interior del piano y de su garganta, le envolvía y le armonizaba… con el Todo.
Era el momento de sus lágrimas felices.
(Dedicado a mi amado hijo, Iván, un músico maravilloso.