Sirvientes

Otra vez ante la hoja en blanco que necesita mi llanto.

Otra vez ante la lámpara de los años.

Otra vez ante la incertidumbre de tus daños, la hermosura de tus ojos, que me corrompen.

Y la liberación de las migrañas que me dan vida donde no la hay, que me dan sueños que son mis sueños.

 

Ya no podremos bailar con la música de las palabras no dichas, pero sí escritas.

Palabras hirientes, mis suaves serpientes, mis suaves sirvientes.

Y es cuando decido que vuelvo a ser escritor.

Otra vez ante la hoja en blanco que necesita de mi llanto.

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