Realizó lo rutinario en cualquier vehículo espacial dirigido que estuviera a punto de entrar en nueva atmósfera: La asepsia integral, la desintegración de las vestimentas y calzado utilizado durante la travesía, y la esterilización de los complementos insustituibles, así como la incorporación de un atavío unisex de un único uso que estuviera de acuerdo con la moda del planeta en el que se fuera a ingresar. Una vez en la superficie, o en la subsuperficie, según fuera el tipo de condiciones biosféricas, debería componerse un vestuario de riguroso estreno, y en tal caso, con los gérmenes propios del mundo en cuestión.