Cómo fardaba con su chaqueta nueva. De cuero negro, reluciente, que se ceñía a su cuerpo como un guante a la mano.
En su momento de gloria, saliendo del ambiente acondicionado de los grandes almacenes hacia el calor insoportable de la calle de un Madrid de agosto.
Y aquellas gotas, las de gomina, mezclándose con el mar de sudor que tenía al final del cuello.
Cimbreándose a lo Travolta, pero con muchas más canas.
Un sueño cumplido. ¡Benditas rebajas!