VIII
Hoy, Día 74.
No existe correspondencia física con la alternancia día-noche de este planeta.
Me rijo por reloj-calendario interno.
Mantienen mis oculares inactivos, para que no sepa lugar de destino. Para que no relacione imágenes con individuos, paisajes con conversaciones.
Son ekstrim, pilotos visionarios, que me tachan de traidor, de esperanzado converso.
Me aleccionan sobre lo que fui en otro tiempo, sobre lo que me han hecho ser, y sobre la recuperación de mi estima. Fui uno de ellos, con consciencia propia y personalidad e historia implantadas: los retazos de otra vida que de vez en cuando golpean mi cerebro de silicio.
Me dicen que El Creador conoce mi anormalidad y que siempre he estado en su punto de mira, esperando cualquier paso en falso, aprovechando mi doble papel hasta que su conveniencia lo ampare, y eliminándome con la desintegración si predice que soy excesivamente molesto.
Me dicen que a Domenica se le ha explicado todo el trasfondo de aquella situación y que, como era de esperar, lo ha rechazado.
-Demasiadas vidas. Pero si os desconectamos, seréis reciclados, no sustituidos. El Centro volverá a intentar reprogramaros. Los hermanos han almacenado una ingente cantidad de información sobre vuestro pasado. Por ello estamos convencidos de que tu homólogo sufre alucinaciones sincopadas. Admitimos que ha transcurrido muy poco tiempo para tener una objetiva perspectiva temporal, para plegarse a la cruel y desapasionada realidad.
Vladis, piloto visionario de alta graduación, acometía con encomiable tenacidad la empresa de la retroprogramación y, en la celda de aislamiento, sentado, frente a mí, en aquella postura mental de camaradería, me impresionaba, me inspiraba, me apabullaba, me subyugaba.
-Apoltrónate. Si ahora cayeras de rodillas, tal vez te quebrarías las rótulas, mas has estado tanto tiempo humillado ante el ser humano, que no distinguirías un dolor del otro.
-Soy robot y estoy incapacitado para ello.
-¿Ves? Hasta en eso has vivido engañado. Tu compañera, más experimentada que tú en la apertura de nuestras mil puertas, nos ha manifestado que se te debía hacer creer que tenías en tu mano una gran misión, para que El Creador, que había manifestado dudas en cuanto a tu servilismo, os dejara en paz cuando hubieras devastado suficientes cerebros.
-Nosotros seguimos siendo focos de luz, como en el principio. Para ello se nos ideó, se nos hizo, se nos instruyó, se nos eternizó.
-Iluso gamma. Injusta alegoría del informe cortejo.
Vladis abandonó su cordialidad. Instauró el distanciamiento. Enarboló la irascibilidad. Y golpeó metódicamente mi cráneo, en puntos precisos, con sus dedos engarrados, haciéndome perder el conocimiento gradualmente. Hasta que, a punto de apagarme bajo tal percusión, me envaré cuando reconocí el susurro:
-¡Hasta luego, Adeldran! Enseguida nos vemos.
Hoy, Día 74, …