«Su gran problema es que piensa demasiado. Y por elucubrar tanto es por lo que decidió la escabullida y el abandono a una suerte inhóspita, desmandada. ¡Con lo fácil que es buscar y encontrar el término medio para todo: las pasiones, las reflexiones, las sensaciones, las acciones!»
La voz mental no tenía timbre ni tono, sólo contenido semántico. Y aún así, algo la distinguía de otras que había recepcionado. Una marca diferenciadora, y como las huellas digitales de todos los humanos, única, intransferible de un sujeto a otro.