JAMÁS Y SIEMPRE A LA VEZ. SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO 7

SEGUNDA PARTE

 

VII

 

   -Amigos míos, debemos terminar con la situación en que nos encontramos. Extendamos la conciencia de libertad y de amor a la esencia del prójimo y de la Naturaleza de cada uno de nuestros mundos.

   -Lam Am, pero eso es ciertamente complicado.

   -Sí, pero con voluntad lo conseguiremos.

   A su llamada telepática habían acudido más de cincuenta caudillos. Todos ellos experimentados supervivientes de los últimos tiempos. En sus respectivos planetas, tras el cambio global de estructura gubernamental y económica, habían pasado a ser meros seguidores de sus principios, y la decisión de abandonarse al destino les hizo seguir caminos paralelos que por fin convergieron en este encuentro.

   Ellos y sus seguidores habían llegado a conformar un gran conjunto de desheredados. Eran ellos mismos, y sus creencias en un mundo mejor, lo único que tenían. Habían sido perseguidos porque eran considerados escoria a los ojos de los omnipresentes conformistas. Y lo peor de todo era que la resignación se había convertido en el modus vivendi de los que no habían confiado en su llamada interna.

   Estos rebeldes seguían siendo hostigados por individuos armados y sus sustitutos cibernéticos. No se les anulaba. Se les recluía y aislaba para que no pudrieran el resto del cesto. Algunos eran reimplantados en sus respectivas sociedades; eran los menos afortunados.

   -Porque ellos han perdido su capacidad de elección.

   -Vanter, es difícil cuestionar los comportamientos ajenos sin saber qué ocurriría si nos encontráramos en la misma situación.

   -Lam Am, no te veo, no te conozco. Sin embargo, las ideas que me transmites me hacen confiar en ti y, aunque es un poco precipitado decirlo, estoy contigo hasta la muerte.

   -Lam Am, soy Inga Tur. Tus palabras me llenan de regocijo. Puedes contar conmigo para esa misión..

   -Lam Am, soy S El. Estoy de tu parte.

   Los jefes de tribu aceptaron el liderazgo de aquel ser que había surgido de la nada.

   Sus órganos de visión externa estaban relajados y reducidos a la mínima expresión. Sin embargo, sus cuerpos habían adoptado posturas extravagantes de meditación. Y en la meditación habían llegado al contacto. Y el contacto había sido amparado por un algo que les había anticipado la realidad de alguien elegido por sus respectivos dioses.

   -¡Lam Am, seas bienvenido!

   Cuando se cortó el contacto, Lam Am miró las estrellas de su bóveda celeste y, en un grito de gratitud, aceptó sus dudas.

   “¡Shainapr! ¿Por qué yo?”

 

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