SEGUNDA PARTE
II
-Se equivoca conmigo, señor. Nunca haré lo que me está pidiendo.
Estey Lutmos deja de lado su confianza. Lamaret lo está provocando.
-Querido amigo, ya no hay razón para segur combatiendo. Los dados fueron tirados y perdimos. Eso es todo.
-¡Dios mío! ¿Qué estoy oyendo? Si no le tuviera delante, diría que no es usted quien hace esas afirmaciones.
-No, Lutmos. Es que estoy cansado. Hace quince años las cosas eran bien distintas. Tu ausencia no te permite ser objetivo.
-Quizá justamente eso sea lo que me permite serlo. Aborrezco las palabras, sólo analizo los hechos.- Lutmos rasca su incipiente barba, imprimiendo un tono de dura crítica en sus siguientes palabras-. ¿Por qué he sido recluido aquí? ¿Y el resto del grupo? ¿Por qué esos guardias mecánicos en las puertas? ¿Por qué…?
-Rutina del ingreso a la Tierra.
-¿Desde cuándo? ¿Qué estupidez es esa?
-¡Ten cuidado, Estey! ¡Controla tu lengua! Las cosas han cambiado mucho desde la última vez que nos vimos, desde la última vez que estuviste aquí.
-De eso me he dado cuenta en alguno de los encuentros inesperados que he tenido en los saltos intermedios antes de llegar aquí. Y quiero volver, ¿lo entiendes? – por primera vez, desde su llegada a la nueva Tierra, el científico retoma el tratamiento de camaradería con el que antes trataba al Presidente-. Yo no pertenezco aún a este intervalo temporal. Debo continuar evolucionando en mi estado natural de desenvolvimiento. Esto puede convertirse en una paradoja.
-¿Por qué no lo pensaste antes de romper la no-ingerencia?
-Me arrepiento, ¿sabes?
-Creo que aún no estás acondicionado a tu nuevo hábitat. Te dejo.
-Pero, Lamaret, ¡necesito aclaraciones!
-Estey, ¡calla!- la voz de mando ha sustituido a la amigable condescendencia-. Has hablado demasiado. Espera noticias.