A veces pienso que cometí un error trayendo a este mundo nuevas vidas, personificadas en mis dos hijos.
A veces siento pena, tristeza y todos los símiles posibles, al ver hacia dónde va nuestra civilización y, por ello, a veces, siento también vergüenza y remordimientos de estar viviendo como humano.
A veces no confío en nadie, ni en nada de lo creado por alguien. Creo que todo está manipulado para convencerme de que estoy viviendo de prestado, como si tuviera que aceptar lo estipulado, lo aceptado por la mayoría, lo impuesto por los poderes visibles e invisibles y siento, aún más, la desazón absoluta y las ganas, el impulso, de desaparecer para siempre.
Me obsesiona el tiempo, el paso del tiempo y la vaciedad de mi vida. La desaparición paulatina de las personas que amo, el recuerdo de lo que nunca volverá, la voz de mi padre que, cuando vivía, la sentía enérgica y desafiante, pero que ahora añoro por su dulzura en los buenos momentos.
Y mis hijos crecen y se van alejando de mí, creando sus propias vidas de supervivencia en este planeta.
Y huyo y me desdoblo mentalmente en el trabajo, en mi cotidianeidad, para no volverme loco y vacío.
Sobrevivo el día a día con la esperanza de que algo muy bueno le va a alegrar la vida a los seres que quiero.
Y mientras, escucho música. Mucha música.
Y escribo.
Para plasmar mis demonios, para lanzarme a otros mundos inexistentes pero en los que me gustaría estar.
El día a día. Contando, mentalmente, los ciento ochenta segundos que me debe llevar el lavarme los dientes.
Y mientras lo hago, canto.
Y canto mientras leo, mientras barro, mientras limpio mi cuerpo de polución, mientras camino o conduzco hacia el trabajo, mientras piso un escenario, y cuando me bajo de él, mientras miro a los ojos a mi amada, mientras limpio de vaho mis gafas o los cristales del coche, mientras paseo el carro de la compra por el supermercado, mientras escribo esto, y mientras me estoy durmiendo, a la vez que veo destellos dentro de mis párpados cerrados, a la vez que escucho mi respiración en la distancia.
Hola.
Jesús Fdez. de Zayas «Archimaldito»…