En el año 2011, Alberto Vázquez-Figueroa publicó su obra «El mar en llamas» en un formato de lectura horizontal. Yo me hice con la obra por su contenido y por su continente pues la idea me pareció, y me parece, muy buena porque, según las propias palabras del escritor, «los libros se pueden imprimir de una forma más sencilla, más cómoda, más práctica y menos costosa sin necesidad de reducir el tamaño, el formato, ni el tipo de papel o de letra, ahorrando la tercera parte de ese papel y por lo tanto, el peso y los costes de envío y almacenamiento, evitando también que se tenga que cortar la tercera parte de los árboles destinados a producir pasta de papel, y eso redundará de forma muy importante en la preservación de los bosques del mundo».
Y yo me pregunto por qué no ha surtido efecto esta idea. Quizá la elección del lanzamiento en formato electrónico la ha arrinconado en el oscuro y olvidado rincón de la utopía, editorial en este caso. Quizá intereses ocultos en el mundo editorial han invalidado la valentía de la editorial Ediciones Martínez Roca (sello editorial de Ediciones Planeta).
¿Por qué? ¿Por qué ¿Por qué?
Si hay alguien que lea esta entrada en mi blog y pueda comentarla con una respuesta, me sentiría tan orgulloso de abrir el debate como de hacer realidad la idea que aparece en la contraportada de la edición original: «El día de mañana su propietario se sentirá orgulloso por el hecho de tener la primera edición del primer libro que se editó de una forma distinta «.